sábado, 30 de enero de 2010

Inicios

El primer día de clases. El primer beso. El primer día en un trabajo nuevo. El primer vuelo en un avión. Las primeras veces son promesas. Las promesas, esperanza.

El inicio de cualquier cosa en la vida supone emoción, energía, ímpetu. Es el uniforme reluciente, la puntualidad, la simpatía desbordante, el nerviosismo magnífico -al que yo suelo llamar 'miedo bonito'-. Todos queremos dar lo mejor de nosotros mismos. Es que "la primera impresión nunca se olvida". Me gusta ver como inicia la gente. Por ejemplo muchas parejas mediocres. Las primeras pláticas y citas de estos personajes están plagadas de ideas chispeantes, bromas acertadas y discursos donde tratan de esconder al máximo sus manías o pasados cuestionables. Me gusta ver cómo se disfrazan, cómo pretenden durante esos pocos días, semanas o inclusive meses, ser el ideal encarnado del zoquete a conquistar. Pasada la primera etapa de ensueño, todo regresa a la normalidad. No es TAN encantador(a), no es TAN aventurero(a), no es TAN amoroso(a), es m-e-n-t-i-r-o-s-o (a). "Debimos quedarnos sólo con el principio, para qué lo hemos traído hasta aquí".

El curso natural de la vida supone cambios. Las parejas chingonas también tienden a separarse, aunque por razones menos hipócritas que un actor que se ha fatigado de la obra. Simplemente dejan de ser, no se maquillaron a la hora de conocerse. El "click" fue auténtico y no forzado. El entusiasmo se diluye paulatinamente, como la pintura en la fachada de la casa de una ciudad costera cuyo desgaste sólo se nota a través de los años. Cuando todo haya pasado, la memoria les traerá el retrato de esos días donde todo era felicidad y será sólo por esos momentos primigenios que sentirán nostalgia recordándose mutuamente. El final y el tedio serán reducidos casi a sílabas (o palabras altisonantes) en comparación con el vademécum y tratados resultantes de aquellos instantes donde surgió el amor.

-Quisiera siempre recordarte sólo como en el principio, no en el acabose. Hasta connotación peyorativa tiene "acabose" -le dió el acabóse-, sinónimo dominguero de "está que se lo lleva la chingada, pobre pendejo no sabe ni dónde terminar con su miserable existir".-

Lo mismo pasa con los propósitos de año nuevo. El energético arranque disminuye, fastidia, aburre y se convierte en un pusilánime ensayo que termina, si bien nos va, en el mes de marzo.

Por primera vez en mi vida estoy haciendo todo aquello que me propuse. Ni yo lo puedo creer. Y a sabiendas de que talvez baje la guardia y todo este entusiasmo que raya en lo ridículo me colme de fastidio o derive en un absurdo, quiero proponerme un "no me importa". Eso no me detendrá, el miedo al fatídico final no me detendrá esta vez. -Escribo con tanta determinación que siento que soy otra-. En el pasado hablé de la pérdida de la esperanza, y hoy recurrí a ella al inicio de estas líneas.

He dado ya los primeros pasos. Fanfarrias.

Este mes ha sido uno de los mejores-mejores-mejores eneros que he vivido (a veces tanta positividad me aturde. Tanta buenaondez de la vida me espanta. Pienso que hay una cuenta que pagar y no me vayan a pasar factura con un cáncer en mi pobre e inocente páncreas en mayo. Pero entonces recuerdo aquellos tiempos apestosos -obviedad, estaban llenos de mierda- y prefiero pensar que es hora de disfrutar un poquitín).

Post dedidado a la memoria de mi jocoso y muy extrañado abuelo, acaecido exactamente hace 365 días, él me quería ver feliz y carcajeante siempre, "¡Ah cómo das lata con tus caras largas!".