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lunes, 20 de diciembre de 2010

El eco de escribir

Yo estaba en Cancún cuando Vargas Llosa recibió el Nobel y dictó ese discurso que cimbró los ánimos y almas de los latinoamericanos y hasta de los que no lo son. En mi caso no fue a través del video al escuchar la voz temblorosa y quebrada del literato que mis ojos consiguieron inundarse, no necesité oirle ni verle para que esas perras negras (como Cortázar llamaba a las palabras en Rayuela) que encontré en la pantalla de mi computadora apalearan benévolamente mi de por sí emocional ser. Si pudiera resumir en una oración el sentido del discurso de Vargas Llosa sería con esta: Escribir es crear. Estoy convencida de que si existe una manera de mover una montaña es con un libro aunque las leyes de la física y la religión dicten lo contrario. Las grandes revoluciones han germinado entre sus páginas mientras eran recorridas por los hombres que las llevarían a cabo.

Sin embargo escribir también es encontrar, encontrar en otros las penas por las que has pasado, encontrar en otros las sensaciones felices de momentos perdidos, encontrar en otros los mismos pensamientos forjados en distintas latitudes y épocas. A mí me parece difícil pensar en un escritor que no haya recurrido al menos una vez a situaciones autobiográficas cuando construye un relato, si bien tal vez no las experimentó en carne propia (qué aterradora es la expresión "en carne propia", la escribo y pienso en heridas y sangre, vaya usted a saber por qué) pero al menos tiene conocimiento de primera mano de los hechos. Cuando platico con amigos escritores algo en mis adentros se asusta al notar cierto interés en detalles de mis corredurías, imagino entre honrada, horrorizada y sin mucha modestia, que hallaré en un párrafo cualquiera de un cuento o una novela un pedazo de mí.

Es entonces cuando pienso en el lugar en el que yo realizo este ridículo ensayo de escritura personal. Pero al analizar el crecimiento y contenidos de las redes sociales me he llevado penosas conclusiones. Recuerdo la noche de verano, unos días después del cumpleaños de Nuria, cuando (--Omitamos su nombre para que no lo trolleen--) expresó furiosas críticas hacia el contenido y la razón de ser de un blog. ¿Por qué todos necesitamos escribir? ¿Por qué todos creen que lo que escriben es importante? ¿De qué sirve generar tantas palabras que no dicen nada? ¿A alguien le importa lo que está en la mente de un idiota? La bulimia del social network que le llamamos. Tanto lo deglutes con atracones de información, tanto lo vomitas sin nutrirte.

Yo no creo que la razón de redactar las más insulsas anécdotas o detalles, que en efecto a pocos podrían interesar y que sólo traen al mundo más gasto de bits, tenga en todos los casos su orígen en la búsqueda de relevancia. Las quejas y berrinches que escupimos en redes sociales son por primera vez en la historia de la humanidad (no imagino una época donde esa cantidad de personas escribiera) la muestra, digamos tangible, de lo necesitados que estamos de encontrar un eco. No es sobresalir, es encontrar. Si no hubiera lectores a esas fanfarronadas, dudo que se expresaran tan seguido y con tal estruendo. Ese deseo de expresión tiene como fin encontrar el eco de tu ser en otro.

Eso a lo que llamo “Eco” poco tiene que ver con el mito griego de la ninfa enamorada de Narciso. El eco es, como yo quisiera entenderlo, ese suceso que suele ser épico y en el que podemos escuchar provenientes de otras conciencias aquellas reflexiones que nosotros mismos maquinamos y creemos exclusivas, es no sabernos solos. Nuestros gustos, opiniones, emociones. ¿No es acaso el material con el que se construyen la amistad y el amor? la empatía, la concordancia de gustos, la atracción de caracteres. Tal vez la razón por la que nos sentimos solos aún cuando estamos rodeados de personas si con ninguna encontramos ese eco, tal vez el motivo por el que un escritor o cualquiera que realice la tarea de crear estando completamente solo no se siente así, pensar y crear son las hazañas donde las ideas se convierten en la mejor compañía.

La única manera de sopesar la soledad es al crear. A los psicólogos les gusta llamarla “Terapia ocupacional” pero es bien sabido que a mí me gustan los términos más poéticos. Me alegra pensar que no todo el que escribe lo hace con afán de presunción y soberbia intelectual. Me conmueve el hecho de saber que existen seres que no buscan un premio o el éxito rotundo, buscan al otro. Escribir te vuelve mejor persona y si para eso debemos tolerar –y soportar- la existencia de basuras monumentales en espacios similares a este (un mucho de lo que he escrito aquí está cercano a tal trivialidad bobalicona), bienvenida sea tal participación. Prefiero imaginar a un imbécil e-s-c-r-i-b-i-e-n-d-o tonterías en un blog que viendo la televisión. Es una pena que otras plataformas más escuetas estén ganándole terreno a ésta.

Seguramente, porque no puedo pensarlo de otra manera, la vida tiene mucho que ver con dejar trascendencia en el mundo, alterarlo. De niña me imaginaba rodeada de una fama surgida a raíz de quien sabe qué, pero obtenida por lograr portentosas transformaciones a la sociedad. Hoy sé que no tendrán lugar, admito mi insignificancia –casi- sin tristeza, pero sé a la vez que hay otras maneras de trascender, no de la forma pública y laureada sino una más personal, específica y hermosa:

-Saberte alguien efímero y cuya existencia no parece haber conseguido grandes logros no debería ser motivo de frustración, querido humano. Por el contrario, saberte alguien que persistirá en la memoria de otros y cuya existencia afectó con pocos esfuerzos pero de una forma maravillosa y contundente la vida de alguien más es el verídico éxito y el logro del que deberías sentirte más orgulloso.-

Alterando profundamente la vida de otra persona.
It's not been surrounded, it's to find.
Á toi.

martes, 18 de agosto de 2009

Los días veraniegos

Yo no he detestado al verano siempre. Hubo años en los que me pasó inadvertido. Desde el nacimiento padecí continuamente enfermedades respiratorias, así que mis tardes veraniegas se reducían a mi recámara: veía a los otros niños brincar en los charcos que dejaba la lluvia torrencial de julio. No es gratuito que uno de los recuerdos olfativos más marcados que tengo sea el de mi aliento rebotando en el vidrio de una ventana. Por que para mi salud los extremos eran letales: calor+lluvia=verano=hospital.

Después de los catorce años comencé a notar ciertas conincidencias entre las malas noticias y el pinche verano. Entre los buenos recuerdos y el maravilloso verano. Las tardes de cielos profundamente azules, con nubes formando cirrocúmulos y altocúmulos que esconden formas incongruentes, son las mismas tardes de cielos que unas horas después se transforman en nimboestratos con tormentas temibles que nos impiden salir. Es la temporada de la contradicción. Se supone que la gente se deprime en invierno por que hay poca luz, hace frio y todo aparentemente es gris. A mí me altera más la indefinición del verano. O hace frío o hace calor, decídete de una buena y puñetera vez.

El caso es que éste verano no ha estado tan mal (ya usé demasiado la palabra verano, lo sé). A pesar de que ir en contra de mi salud me he dejado empapar gustosa por la lluvia pendenciera. Qué más da correr o refugiarme pegadita a la pared o bajo un balcón. Ya para qué me pongo de mal humor, haré lo que en mi infancia estaba prohibido: caminar bajo la lluvia. El calor no me abruma. Estoy dejando de lado los estúpidos complejos físicos que tengo. Me pongo falda, tengo las piernas flacas, enfermizamente blancas y qué. Y si se me da la gana me visto con blusitas escotadas, aunque haya poco que "escotar". Lo que yo tengo es calor, no ganas de llamar la atención o ser blanco de críticas perversas. Como que mis veranos son radicales, días excelentes VS días depresivísimos. De hecho estoy enferma, le achaco mi mal al caprichoso clima de estos días (ajá sí ajá).

¿Por qué no son cómo mis otoños?. Tranquilos, certeros, enfiestados. O mis inviernos meditabundos, nostálgicos, quejumbrosos. O mis primaveras felices, optimistas, entusiastas.

He calificado la bonanza de un año por estos meses, justo los de en medio junio, julio, y agosto. Atravesando las primeras semanas ya más o menos sé que esperar de las que faltan. Este año no puedo opinar, el verano se puso muy tibiesón. ¿O será que los sucesos simplemente son medianamente buenos y medianamente malos?.

lunes, 15 de junio de 2009

Hola, Olga

El domingo me fui al centro con alguien a quien tenía mucho de no encontrar. Nos alejamos hace tiempo, dejé de verle cobardemente, siendo que mi amor hacia esa persona es inmenso como el mar. Tiene un sentido del humor que sólo a mí me hace reír, o que sólo yo puedo apreciar.

Hace algunos años acostumbrábamos ir al cine dos o tres veces por semana. Caminábamos horas por Coyoacán, por Coapa, el Centro, Tepito, Polanco. Únicamente nosotras. Platicábamos horas, nos carcajeábamos sin necesitar muchas razones. No requeríamos de nadie más para sentir que un día era glorioso.

En el último par de años evité a toda costa acompañarla. Me abrumaba, éramos insoportables juntas. Se volvió aburrida, hueca, monótona. Siempre la misma cantaleta, las mismas quejas, los mismos ademanes. Creo que hasta algunos de sus amigos dejaron de verle también. En lugar de acercarme más a ella y ver cómo demonios podía sacarla del agujero en el que estaba, me alejé. La dejé sola, me escondí. Y sola se quedó, peor aún, sola se sintió (ambas cosas son distintas).

Empecé a buscarla hace un par de meses. Tenía que ser poco a poco, ya que estaba resentidísima conmigo y había que tantear el terreno antes. Siendo yo la jocosita de la relación, parte de mi labor era darle ánimos y hacerle saber lo maravillosa que es, ya que ella continuamente se percibe muy basurita. Es demasiado exigente consigo misma y con los demás. Es una lástima que yo no pudiera tratar con las personas que conoció en mi ausencia. Tal vez hubiera logrado que se llevaran una mejor impresión.

Prometo no volver a dejarle.

viernes, 20 de marzo de 2009

"Por vos yo bajaría el sol o me hundiría en el mar" o no. La neta nomás me caes bien.

Pues después de algunos momentos lo que llegó no fue un kayak. Fue una tabla de surf. El dueño del lugar lo practica y corrió por ella cuando se dió cuenta del "problemita". Daniel, el chico que fue el único de mis "amigos" con la suficiente valentía para intentar rescatarme, pudo unirse a nosotros en la tabla de surf.

La tercera de izq a der soy yo. El que está a mi lado es Daniel.

¿P-p-e-eero quién se pone a tomar fotos en medio de un accidente?. Chibiboto. Él es otro de mis compañeros de trabajo pero no iba en el mismo grupo que nosotros. Estaba en la alberca (donde no se veía el mar) cuando vió correr al dueño con una tabla de surf, él y sus amigos pensaban que iba a surfear (cosa lógica) y querían tomarle fotos. No fue hasta después que se dió cuenta que los "pajaritos" que se veían a lo lejos eran 4 cabezas q sobresalían del mar...


En puntito rojo indica el lugar dónde fuí "rescatada". Creo que mientras el tipo-buen-nadador-de-dos -metros me sostuvo, todavía nos alejamos más. Ya con la tabla tuvimos que salir del mar en diagonal, porque derechito nomás te sigue alejando la corriente. Pasaron todavía varios minutos para que saliéramos.
Nótese que mis rescatistas van riéndose en ésta foto. No sé si de alivio o de "¡uy qué cerca estuvo jajajaja!".

Tan-Tan

viernes, 15 de agosto de 2008

Irrelevante

No hay nada de lo que quiera escribir en éste instante. Nada importante, nada trascendente. Vamos, ni un partido de futbol cuyo resultado me haga sufrir (como he dicho antes, me apasiona), ni hago ejercicios extrasistólicos. Nada.

Tal vez, aún no lo sé, en un futuro me agradaría escribir algunas cuestiones de mi vida, como desahogo-escupitajo de corajes, sin recurrir a la criptación o al sarcasmo. Ser explícita, porque de alguna manera, aunque las palabras sean sólo palabras, el sacarlas a la vida y leerlas las hace más reales de lo que podrían significar únicamente retumbando o dando vueltas en mi mente. Ser específica.

Mientras tanto, dejo aquí unas palabras que capturé de una entrevista al ecléctico Alejandro Jodorowsky.

"La vida se va soltando poco a poco…

Eres como una escultura que se echa a rodar por una montaña, lo que se quiebra no valía, lo que queda es lo bueno. Vas soltando cosas, los deseos de apropiación, los deseos de triunfo, vas soltando que te amen, que giren alrededor tuyo, hasta llegar al alma impersonal es cuando puedes aceptar el vacío y desaparecer, siempre que hayas dado, lo que das te lo das, lo que no das te lo quitas, lo que haces al otro te lo haces a ti mismo.

Voy a vivir profundamente este instante, si no soy yo quien lo vive ¿Quién?, si no es aquí, ¿Dónde?, si no es ahora, ¿Cuándo?, si no es de ésta manera ¿Cómo?"

¿A poco no cuándo quiere le atina a las cosas bien bonito?. Maravilloso.

lunes, 21 de julio de 2008

Sencillamente complicada

Insisto, nadie sabe lo que quiere. Parece un absurdo capricho de la conducta humana, deseamos con mayor intensidad lo que no podemos tener.

La indecisión en mí, va más allá de elegir un lugar para comer, esas trivialidades me dan lo mismo y opto por llegar a un acuerdo con quien(es) me acompaña(n). Me cuesta mucho tomar decisiones por que pienso demasiado. En los pros, los contras, proyecto los escenarios futuros de cada alternativa. Es una nebulosa fantasmal mi cabeza. "¿Y si...?". Pero una vez que el vaivén de la balanza termina, soy tajante y no hay marcha atrás. La verdadera maraña de contradicciones es mi mente. En ella nada es completamente positivo ni completamente negativo, lo que hace más difícil el proceso de elegir. Tal vez puedo tardar años, pero me decido.

Mi memoria es asquerosamente exacta, y a veces me odio por eso. Dicen que la gente que ignora más cosas, suele estar más contenta. Sino lo ves no existe, sino lo nombras no existe...sino lo recuerdas ¿no sucedió?. Quisiera con todas mis fuerzas poder desconectarme de tantos datos, hechos, situaciones que archiva mi bodega de recuerdos, sentirme libre de ellos...pero a la vez, todas esas razones me definen y son parte sustancial de mí. Quisiera también no sentir miedo y lanzarme al vacío de vez en cuando, después de todo la vida es el gran experimento, la magnífica aventura. ¿Para qué dudarlo tanto?.

lunes, 16 de junio de 2008

ICGF

Inflamación Crónica de la Glándula Fiesteril.

La sufro, la padezco. Sino salgo el fin de semana me siento como adolescente gringa llorando porque no es popular y no tiene cita para el viernes.

Este fin de semana no salí. Estuve en casa, pues el viernes fue cumpleaños de mi madre, la re-festejamos el sábado, tuve que ir a trabajar el domingo (por lo tanto no salí el sábado en la noche tampoco) y con eso del día del padre, pues menos.

Y me sentí rara, como que hasta el aire me faltaba. El sufrir de un síndrome de abstinencia debe ser. Lo peor del caso es que ni tan relajienta soy. Mi glándula fiesteril está más enfocada en bares y pláticas taciturnas. O probables fiestas de bailongo muy de vez en cuando (cada vez más de vez en cuando).

Sin embargo el padecimiento fue llevadero gracias a *La vida de los otros*, película alemana que me negaba a ver porque yo estaba ardida. Le quitó el óscar al fauno. No sé, ahora la verdad no sé cual es *mejor*, son muy distintas pero magnificentes en su estilo específico.

He escrito mucho de cine...¿se nota mucho que mi vida ha dejado de ser emocionante?...

lunes, 19 de mayo de 2008

Este mundo es "este mundo"

El mundo humano es una mezcla de fobias, histerias, vanidades, egoísmos, y caprichos. De momento parecen exponenciarse implacablemente. Y yo me siento tan pequeña e inútil ante todo ello.

Quisiera escribir siendo optimista, o al menos dejar de hacer inútiles corajes. No recuerdo un sólo día en que al menos una noticia no me haga enfurecer.

Habemos tantos, y tan estúpidos.

lunes, 31 de diciembre de 2007

Del Tiempo Navideño

Desde hace algún tiempo tiendo a la amargura. No sólo es referente a mi elección culinaria (aborrezco el dulce), sino a que soy media grinch, ando por la vida señalando todo el tiempo los errores y simpatizando con el dolor, la tristeza y la amargura. Cosa que no considero del todo un defecto, me ha ayudado a ser exigente conmigo misma con una autocrítica hasta cierto punto sana, a dar buenos consejos a mis amigos cegados por melcochas baratas o caprichos banales, y a siempre estar consiente de que NADA es perfecto ni ideal.

Sin embargo durante el último mes del año, esta tendencia desaparece y soy la mayor parte del tiempo ridiculamente feliz.

Le sonrio al microbusuero, al taxista, a la vendedora de la tienda, a la chica con la que choqué al entrar al centro comercial, a todo el que me topo.
Amo las sonrisas. Las sonrisas de los días más caóticos del año:

Agendas saturadas
Filas interminables en las tiendas
Precios irracionales
Embotellamientos desquiciantes

Amo saber que después de todo eso, haremos algo muy similar al mismo tiempo:

Cenar con nuestras familias, romper una piñata, cantar una letanía, beber como cosacos, reirnos con los primos, jugar con los sobrinos, llorar nostálgicamente, abrir un regalo, DAR un regalo.

Si, lo confieso, durante un mes al año soy cursisisisisisima. Melosa y llorona a morir. Y es que para mi, motivo aparte del religioso, la navidad es como todas las festividades del año reunidas en un sólo día y con mejor sabor.

Es el más significativo día del amor y la amistad...nunca como hoy recibo tantos mensajes, correos, llamadas, y abrazos de amigos y gente que quiero.
Es el VERÍDICO día de la familia...nunca es más importante estar en casa.
Es el más alegre y emocionante día del niño, entre piñatas, posadas, música, comida y juguetes, ellos olvidan por completo el forzado 30 de abril.
Es como el cumpleaños de todos nosotros, todos nos felicitamos, hay regalos, hay fiestas en todos los hogares. Sólo que sin protagonismos indiferentes.

Sin embargo a partir de este año, dejaré de comportarme y pensar así. Mis padres me abandonaron, decidieron quedarse a pasar la nochebuena con mis sobrinitas, mi hermana mayor y mi cuñado, en su pueblo natal, donde viven unos tíos y mis abuelos. Estoy aqui sola como pendeja tratando de entrar a blogger, para quejarme de esta situación y ni siquiera eso puedo hacer. No tengo conexión decente en casa, es un puto módem. Si, MÓDEM.

Y tal vez, todos los pendejos que estoy oyendo hablar en la tele tienen razón, la navidad es para estar con tus seres queridos, por eso estoy pasándola con mis gatos. Llorando amargamente por que, me doy cuenta, mis padres no me conocen, y al parecer dos décadas y media de conviviencia no les han sido suficientes para saber que soy muy melodramática, la más exagerada, la más sentida, y que la navidad me encanta como si fuera una niñita. ¿Dejaría yo a una niña sola en Navidad? JAMÁS.

"¿Pero por que no te vas a casa de un amigo?"
Me sentiría como un recipiente de compasión, y no hay algo que me sea más repulsivo, no me gusta pedir ayuda, aún si la necesito.

La felicidad navideña es proporcional a la cantidad de felicidad que produzcas en tu famila. Luego entonces, sino hay familia, no hay felicidad, y sino hay felicidad no hay navidad.

Esta, es mi primera NO-NAVIDAD.

Estúpida fiesta. Seré Grinch todo el año. Y cada vez que alguien me cuente una desgracia, cuaquiera que esta sea, podré decir: "pues que mal, pero es peor estar sola en navidad, ¿te ha pasado?"

ESTE POST FUÉ ESCRITO AMARGAMENTE EL 24 DE DICIEMBRE A LAS 9:30 HRS.

viernes, 9 de noviembre de 2007

¿No sabe?

Dice que no sabe del miedo de la muerte del amor
Dice que tiene miedo de la muerte del amor
Dice que el amor es muerte es miedo
Dice que la muerte es miedo es amor
Dice que no sabe

Poema nº 20 de “Árbol de Diana”
Alejandra Pizarnik

Pocas palabras con mucho que expresar...

miércoles, 17 de octubre de 2007

Lo indefinible también se puede definir, como indefinible

El día de ayer platicando con un amigo (me contaba algo de su ex), llegué a la conclusión de que "nadie sabe lo que quiere", si, esa frasecita sobreexplotada y estúpida que escuchamos y decimos al hartazgo después de un truene: "es que el/ella no sabe lo que quiere"...

¿Pero quién carajos lo sabe?

A mi no me engañan.

La mayoría de la gente no va por la vida verídicamente convencida de sus deseos, sentimientos o pensamientos. Cree que lo sabe. Lo confunden con caprichos, con necesidades. Terquedad.

Yo soy de esa mayoría (para mi desgracia).