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lunes, 20 de diciembre de 2010

El eco de escribir

Yo estaba en Cancún cuando Vargas Llosa recibió el Nobel y dictó ese discurso que cimbró los ánimos y almas de los latinoamericanos y hasta de los que no lo son. En mi caso no fue a través del video al escuchar la voz temblorosa y quebrada del literato que mis ojos consiguieron inundarse, no necesité oirle ni verle para que esas perras negras (como Cortázar llamaba a las palabras en Rayuela) que encontré en la pantalla de mi computadora apalearan benévolamente mi de por sí emocional ser. Si pudiera resumir en una oración el sentido del discurso de Vargas Llosa sería con esta: Escribir es crear. Estoy convencida de que si existe una manera de mover una montaña es con un libro aunque las leyes de la física y la religión dicten lo contrario. Las grandes revoluciones han germinado entre sus páginas mientras eran recorridas por los hombres que las llevarían a cabo.

Sin embargo escribir también es encontrar, encontrar en otros las penas por las que has pasado, encontrar en otros las sensaciones felices de momentos perdidos, encontrar en otros los mismos pensamientos forjados en distintas latitudes y épocas. A mí me parece difícil pensar en un escritor que no haya recurrido al menos una vez a situaciones autobiográficas cuando construye un relato, si bien tal vez no las experimentó en carne propia (qué aterradora es la expresión "en carne propia", la escribo y pienso en heridas y sangre, vaya usted a saber por qué) pero al menos tiene conocimiento de primera mano de los hechos. Cuando platico con amigos escritores algo en mis adentros se asusta al notar cierto interés en detalles de mis corredurías, imagino entre honrada, horrorizada y sin mucha modestia, que hallaré en un párrafo cualquiera de un cuento o una novela un pedazo de mí.

Es entonces cuando pienso en el lugar en el que yo realizo este ridículo ensayo de escritura personal. Pero al analizar el crecimiento y contenidos de las redes sociales me he llevado penosas conclusiones. Recuerdo la noche de verano, unos días después del cumpleaños de Nuria, cuando (--Omitamos su nombre para que no lo trolleen--) expresó furiosas críticas hacia el contenido y la razón de ser de un blog. ¿Por qué todos necesitamos escribir? ¿Por qué todos creen que lo que escriben es importante? ¿De qué sirve generar tantas palabras que no dicen nada? ¿A alguien le importa lo que está en la mente de un idiota? La bulimia del social network que le llamamos. Tanto lo deglutes con atracones de información, tanto lo vomitas sin nutrirte.

Yo no creo que la razón de redactar las más insulsas anécdotas o detalles, que en efecto a pocos podrían interesar y que sólo traen al mundo más gasto de bits, tenga en todos los casos su orígen en la búsqueda de relevancia. Las quejas y berrinches que escupimos en redes sociales son por primera vez en la historia de la humanidad (no imagino una época donde esa cantidad de personas escribiera) la muestra, digamos tangible, de lo necesitados que estamos de encontrar un eco. No es sobresalir, es encontrar. Si no hubiera lectores a esas fanfarronadas, dudo que se expresaran tan seguido y con tal estruendo. Ese deseo de expresión tiene como fin encontrar el eco de tu ser en otro.

Eso a lo que llamo “Eco” poco tiene que ver con el mito griego de la ninfa enamorada de Narciso. El eco es, como yo quisiera entenderlo, ese suceso que suele ser épico y en el que podemos escuchar provenientes de otras conciencias aquellas reflexiones que nosotros mismos maquinamos y creemos exclusivas, es no sabernos solos. Nuestros gustos, opiniones, emociones. ¿No es acaso el material con el que se construyen la amistad y el amor? la empatía, la concordancia de gustos, la atracción de caracteres. Tal vez la razón por la que nos sentimos solos aún cuando estamos rodeados de personas si con ninguna encontramos ese eco, tal vez el motivo por el que un escritor o cualquiera que realice la tarea de crear estando completamente solo no se siente así, pensar y crear son las hazañas donde las ideas se convierten en la mejor compañía.

La única manera de sopesar la soledad es al crear. A los psicólogos les gusta llamarla “Terapia ocupacional” pero es bien sabido que a mí me gustan los términos más poéticos. Me alegra pensar que no todo el que escribe lo hace con afán de presunción y soberbia intelectual. Me conmueve el hecho de saber que existen seres que no buscan un premio o el éxito rotundo, buscan al otro. Escribir te vuelve mejor persona y si para eso debemos tolerar –y soportar- la existencia de basuras monumentales en espacios similares a este (un mucho de lo que he escrito aquí está cercano a tal trivialidad bobalicona), bienvenida sea tal participación. Prefiero imaginar a un imbécil e-s-c-r-i-b-i-e-n-d-o tonterías en un blog que viendo la televisión. Es una pena que otras plataformas más escuetas estén ganándole terreno a ésta.

Seguramente, porque no puedo pensarlo de otra manera, la vida tiene mucho que ver con dejar trascendencia en el mundo, alterarlo. De niña me imaginaba rodeada de una fama surgida a raíz de quien sabe qué, pero obtenida por lograr portentosas transformaciones a la sociedad. Hoy sé que no tendrán lugar, admito mi insignificancia –casi- sin tristeza, pero sé a la vez que hay otras maneras de trascender, no de la forma pública y laureada sino una más personal, específica y hermosa:

-Saberte alguien efímero y cuya existencia no parece haber conseguido grandes logros no debería ser motivo de frustración, querido humano. Por el contrario, saberte alguien que persistirá en la memoria de otros y cuya existencia afectó con pocos esfuerzos pero de una forma maravillosa y contundente la vida de alguien más es el verídico éxito y el logro del que deberías sentirte más orgulloso.-

Alterando profundamente la vida de otra persona.
It's not been surrounded, it's to find.
Á toi.

domingo, 31 de octubre de 2010

Tarantineando Salerosamente

Las historias no saben bien si uno no cuenta los bonitos antecedentes que las adornan, los sutiles detalles que diferencían una imagen que cumple con el deber de informar, de la obra maestra que se convierte en una épica gráfica.

'Tonces empecemos acá, cuando inicié mi vida interneteril. La tontilla explicación de porqué elegí este nickname para mi blog, simple: admiradora nostálgica de Javier Solís y en especial de la canción Malagueña Salerosa, fanática recalcitrante del cine de Quentin Tarantino, amante confesa del Distrito Federal. Luego este blog me llevó a conocer a mis queridos amiguines, conpinches de las juergas que me alegrarían muchas noches " Do you know what this is? It's the world's smallest violin playing just for our lost happiness". En alguna de ellas, so pretexto del triunfo de un twitero en el ardid publicitario que se transformó en divertida parodia electoral, bebíamos en el centro de la ciudad, para ser exactos en la ya celebrísima cantina Salón Corona. Aquella noche de domingo formamos un grupo numeroso, cosa rara dado el día, pues por todos es sabido que los domingos son para dormir (deberían llamarse dormingos) y durante la noche hacer la tesis, el trabajo atrasado, o dejarse abrazar por la depresión y la ansiedad que nos provoca el inicio de una semana más y la vuelta a la rutinita de mierda de la que tanto nos quejamos cinco días a la semana.

Como éramos muchos y mucha la cerveza, el entusiasmo y la risotada estaban a más no pedir. La borrachera fue de proporciones épicas. Alguien fue sacado en brazos de un baño. Otro se cayó en Isabel la Católica al encapricharse con manejar una bicicleta en completo estado etílico.

Teníamos tantísima pila que nos mudamos de Cantina cuando cerraron el Corona. Nos dirigimos a la Dos Naciones, famosa por su caldo de camarón (¡Gratis!) y porque las muchachitas espantadas que no han visto mucho mundo pueden contemplar de cerca cómo trabajan las ficheras y los miserables que son en realidad los auténticos borrachos de cantina, o sea güey: un lugar kitsch donde los mozalbetes juegan a ser tipos duros con la consigna de que ser naco es chido. Yo la conocí porque en ese folklórico lugar mi mejor amiga de la universidad celebró su cumpleaños veintiséis por recomendación de su exnovio, un músico que aquella noche reprodujo casi perfectamente el diálogo de Mr. Brown sobre el verdadero significado de "Like a Virgin". Pero ese domingo de finales de enero el lugar estaba semivacío. Pusimos música en la rockola y bailé con dos amigos (no, no era un concurso de twist), al terminar la segunda canción, uno de ellos escuchó en la mesa cercana al viejo artefacto a un par de extranjeros hablando francés. En esos días yo empezaba a planear un viaje a Europa y había sido el objeto de muchas burlas por mi pobre desempeño en la belle langue. Entonces, porqué no, a mis amigos se les hizo fácil hablarle a los fuereños e invitarlos a nuestra mesa cumpliendo cabalmente con el cliché del mexicano amiguero, fiestero y hospitalario. Platicamos con un francés que viajaba solo y hablaba un español bastante entendible, el otro resultaría un canadiense que no se comunicaba más que en inglés pero llevaba una cámara con la que inmortalizó nuestra radiante salida de la cantina en la madrugada. La magia de la supercarretera de la información -slogan noventero- nos permitió seguir en contacto con el franchute, al día siguiente ya éramos amigos en facebook.

Mi nuevo amigo cumplía cabalmente con el cliché del francés que se enamora de México: adora los tacos al pastor, la cerveza mexicana, sabe casi todos los equipos de la liga nacional, le gusta el español y no dejaba de alabar lo maravilloso que es nuestro país, como dato curioso comparte apellido con la señora de Nicolás Sarcozy. No supe bien cómo es que los demás y yo nos convertimos en sus guías de turista por un par de días, un poco por gusto pero más por una extraña obligación de no dejarlo paseando solo en la ciudad. El último día, justo antes de partir al aeropuerto, todavía lo llevamos a Garibaldi a probar el pulque, cosa que también valió para mí pues nunca antes se me había presentando tal oportunidad.
¿Rink? Oh, the mexican emperors suena como mexicana empedarse.
Lo hice con bastante suspicacia y terminé adorando su sabor a tal grado que ese día a pesar de que el visitante ya había dejado el territorio, busqué otra pulquería en el centro (¿por qué no?) y de nuevo sin saber cómo, empezamos a platicar con un grupillo raro como extraído de 1999, donde una chica hablaba de la huelga de la UNAM y la gratuidad de la educación con el tono más fresa posible y con evidentísimo arrastre de letras, recordándome vívidamente a los chairos de la prepa seis y la huelga de aquel año. Era un pintoresco, lamentable y terriblemente extraño grupo de personas que ahora a los sociólogos y comunicólogos les gusta llamar con notoria preocupación "ninis", un pseudopoeta -poetwittero- que en cada oración usaba la palabra "goooeii", un estudiante de diseño que me contaba de raves y de que trabajaba como chofer para pagarse la escuela y supongo que sus gustos junkies.
La greña del muchacho poeta. Díganme si no es un corte noventero. Niéguenlo. Ella es la chica guapa. En la foto no se ve pero tenía un cuerpazo.

Y sí, todos se habían conocido en la pulquería esa misma tarde. Apenas eran las nueve de la noche y fuimos a otro lugar, por más pulque. En el trayecto la chica guapa estaba tan bebida que se detuvo a orinar sin asomo de pudor atrás de un auto -y sin otro al frente que la tapara- en pleno Mesones. "Órale con la ruca reloca que se quedó orinando allá atrás" comentó el poeta. ¿Qué hacía yo con esa gente y por qué no me iba? Tal vez era la escuincla espantada, aunque entrada en años, con ganas de conocer esos mundos de los cuales siempre había sido sólo una gris espectadora a través del cine kitsch. "Well, let's just say I like to -try- live dangerously". Pláticas inconexas y bastante risibles (en mis interiores no dejaba de burlarme del bobo que me resultaba el poeta) prosiguieron un par de horas en otro local con un mobiliario que casi parecía sacado de un lote baldío y gente que fumaba mota como si estuviéramos en Ámsterdam. Un lugar al que con mucha probabilidad no regresaré y que en otras circunstancias no visitaría.
"No subject will ever be taboo. Except, of course, the subject that was just under discussion. Now, if any of you sons of bitches got anything else to say, now's the fucking time!"

Llegué a casa a las once de la noche sin rastro de borrachez pero sí con un notable cansancio después de tanta juerga seguida y combinada con trabajo freelance " It's mercy, compassion, and forgiveness I lack. Not rationality". Eran las aventuras estúpidas y sensuales que nunca en mi mocha y recatadérrima existencia me había permitido tener. Era presenciar por una noche algo que debí conocer a los diez y nueve años y no a los veintisiete. Eran los primeros días de febrero.

El francés nos mandó un mensaje hace poco, vendría de viaje por dos meses con su mejor amigo -malditos, tienen tantas vacaciones- y esperaba vernos de nuevo. Lo vimos el viernes y ese día quedamos en cumplir una de las actividades que nos faltaron por hacer la última vez, ir a la lucha libre. Hubiera sido el domingo pero ese día jugaba el América y n'été pas possible (puaj). El martes sería. Llegado el día no pudimos ponernos bien de acuerdo y para cuando me confirmaron era muy tarde para avisarle a más gente, de hecho, a quienes alcancé a decirles se negaron rotundamente "no mames, es martes, mañana hay que ir a la oficina..." bla bla bla. Me fui sola al centro a recogerlos. Deseaba llevarlos a la Arena Coliseo "es que la Arena México se atasca de fresas que creen que ser naco es chido e ignoran por completo del mundo de la CMLL, van a beber, ponerse una máscara y hacer poses acá" lo he dicho mucho a pesar de que sé que me muerdo la lengua un poco cada vez. Les expliqué por qué en la Arena Coliseo sí se respira el ambiente de la genuina fanaticada de la lucha libre. Pero, carajo, llegamos después de las siete y estaba cerrada "No, es que ya no hay funciones el martes desde hace un chingo" me respondió la señora del puesto de elotes en República de Perú. Me encapriché y busqué la cartelera de la México, sí había función. Caminamos hacia metro Allende y a pesar de que su entusiasmo estaba un poco decaído por la hora (ya las 7:48 pm. marcaba el reloj de Pino Suárez) mi obstinación los obligó a acelerar el paso saliendo de Cuauhtémoc.

Llegando a la Arena pensé que tendríamos que comprar boletos en la reventa pues las taquillas estaban vacías y parecían cerradas, pero como uno debe evitar a toda costa mostrarle al turista el grado de corrupción que existe en el país, de todas formas me dirigí a una y voilá, aún había boletos. Ellos quisieron estar hasta adelante, 98-varos-por-favor. Entramos y la acomodadora nos guió a nuestro lugar, pero había gente sentada ahí. Platicó con otro acomodador, nos preguntaron donde habíamos comprado los boletos. De pronto, una cara era familiar. En la segunda fila de una semi vacía Arena México estaba sentado el mismérrimo Quentin Tarantino. Q-U-E-N-T-I-N T-A-R-A-N-T-I-N-O, no maméis. No supe qué hacer, bueno sí, lo fui a tuitear -¿para qué usa la gente el twitter sino pa' mamonear?-. Lo mejor vino después, resulta que como habíamos comprado los boletos en taquilla y Quentin y sus acompañantes estaban sentados en nuestros asientos, los movieron a la fila de atrás. LOS MOVIERON y yo no hice nada ¡NADA!, estaba tan nerviosa e ida que no pensé en decirles a los trabajadores de la Arena "no, por favor no, déjenlos en esa fila, nosotros tres nos sentamos en otro lado". A los franceses la anécdota les divertía "cuando regresemos a Francia será gracioso contar que por nuestra culpa movieron a Tarantino de lugar", la ironía para mí es que viviendo ambos en Cannes, se hayan topado en México al Director ganador de la palma de Oro en 1995 y no en la ciudad que alberga el festival más famoso de mundo.

Pasé dos horas sentada en la fila de adelante de Quetin Tarantino en la Arena México escuchándolo reír, bromear y gritar mientras veía Lucha Libre. Tiempo en el que un par de veces cruzamos miradas (pues yo volteaba cuando lo escuchaba decir algo muy gracioso), en lo absoluto tiene pose de director creído y mamón, bromeó un par de veces con nosotros pues estábamos tomando fotos de los luchadores y al él parecía "pretty cool 'uh" (oh, lo escuché decir la palabra "COOL" como diez veces), y pedimos juntos la cerveza al repartidor. Hubiera sido muy estúpido de mi parte no pedir un autógrafo -cuya colección ya es bastante respetable- así que aún muriéndome de la pena, volteé y a escondidas le pasé el programa de esa noche de la Arena y una pluma. Tomarme una foto a su lado me parecía demasiado y pensé que haría muy notoria su presencia en el lugar. Fueron dos horas donde no cabía de la felicidad y la incredulidad, sobre todo por la serie de eventos que me habían llevado a ver la lucha libre un martes (un día en el que casi nadie asistiría y a un espectáculo al que sólo se va a echar desmadre en grupo una vez al año o cuando a uno le toca pasear turistas), justo el día que a uno de mis directores favoritísimos lo invitaron -seguramente- Daniela Michel y Guillermo Arriaga. Es que no me imagino mejor circunstancia, escenario más adhoc o una sorpresa farandulera más innesperada.
Quentin posando para mí. Ni en mis sueños más guajiros lo hubiera imaginado.

Todavía otra conmoción: el periódico Reforma -al que odio bastante por su terquedad imbécil de no permitir vía web leer gratuitamente su edición- publicó al día siguiente una nota y una galería de fotos del suceso, en las que aparezco junto a mi idolazo (así que no me duele no haberle pedido que se tomara una conmigo):
En pleno grito.
Le manejamos lo que es el Perfil Griego al lado del Gran Director.
La noche del martes pasado fue una de las más bonitas de este año, casi que un regalo de cumpleaños atrasado, porque muchas veces es gracias a esos pequeños momentos de extraña sincronicidad que verdaderamente nos sentimos extasiados de vida. Y que no sólo son equiparables en la alegría, también lo hacen y algunas veces más claramente, en la tristeza. Las coincidencias que desembocan al dolor también nos dicen que estamos vivos, pues ¡ah!, cómo joden... y joden bastante. Por eso si existe la posibilidad de pensar que muchos sucesos de la vida son producto de una casualidad y carecen de un porqué o creer que hay coincidencias que no pueden ser obra del azar, a veces es bueno imaginar lo segundo.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

El amor de mis amores.

Como sucede a veces con algunos amores, puede ser difícil entender porqué te amo. Cuando hace poco una amiga cuestionó mi adoración tan sólo por la capital, reflejada en mi pseudónimo bloguero, no pude sino explicar que era tan simple e inocente como el amor de El Principito a su Rosa: la amo porque es mía. México, yo te amo por ser mío. "Si yo conozco el cielo es por tu cielo, Si conozco el dolor es por tus lágrimas, Que están en mí aprendiendo a ser lloradas.", dice el poema dedicado a ti que más me gusta.

Quiero darte un corporeidad imposible, ente intangible de mi patria. Muchas de mis alegrías son transitorias y modeladas con la materia de las ilusiones, como lo han sido las tuyas. La muerte y su cúmulo de miedos y dudas también me atormenta como a los primeros mesoamericanos. Eres tan contradictorio, tan vasto y tan complejo que es imposible definirte. Solemos, ambos, autoboicotearnos.

Leo poesía náhuatl sorprendiéndome de lo melancólica que es, de que el tema de preocupación principal es la fugacidad de la vida y la incertidumbre de la muerte, de una melancolía muy vecina de la tristeza. Sin embargo nos educan con el arquetipo del mexica festivo, alegre y bailador. ¿Ves? desde entonces había un claro conflicto.

A sabiendas de que no se cumplen doscientos años de independencia (esos serán en 2021), sin duda alguna los insurgentes tenían incalculablemente más valores, ideales e integridad que cualquier político mexicano de la actualidad. Insurrectos excesivos para casi todo, como caballos que se desbocan después del encierro sin sopesar consecuencias, ingénuos, casi incorrompibles. Si estaban buscando lo que hoy llamamos "el hueso", al menos pusieron toda la carne al asador, se jugaban la vida, no los podré ver como los panzones demagogos y miedosos que ensucian el Congreso de la Unión. El gobierno de Felipe Calderón, iniciado en la controversia de un fraude y ahora empapado de sangre, es el peor marco para esta celebración. Un país se construye de mitos, de rituales y de tradiciones ¿En qué pinche imaginación escasa se desea la exclusión de eso?. Quisiera pedirte perdón por todos aquellos que te pinchean, putean y mierdean por lo que hacen tus habitantes. Al menos yo tengo muy clara la frontera entre "México" y "mexicanos culeros". Rendirle homenaje a hombres encumbrados -tal vez algunos de forma dudosa- en héroes, no debería se irritante. Bajo el cinismo del siglo XXI, las empresas de estos hombres sólo podrían ser comparadas con las acciones de ciudadanos como Esteban Cervantes Barrera, el hombre que en Balderas enfrentó sin titubeos al desequilibrado que disparó contra la gente a quemarropa. O Francisco Manuel Villaescusa, el joven chihuahuense que estrelló su camioneta y entró a rescatar niños en una de las tragedias que mayor vergüenza nos provocan.

Yo también estoy harta de las injusticias, pero estoy más cansada de la queja estéril. Tengo que vivir con la idea de que no puedo hacer nada por cambiarte y no quiero caer en el cliché de "unidos podremos lograrlo" VS "los mexicanos son apáticos", ésa también es una discusión perenne y vana ¿Cómo carajos ser participativos cuando parece que todo aquello que emprendemos juntos parece destinado al colosal fracaso? ¿Cómo sentirnos libres de festejar el nacimiento de la idea de Nación independiente en un año cómo éste?: el año que más me ha dolido leer un periódico, el año que he sobrepasado varias veces mi capacidad de asombro ¿Cómo? ¿Cómo no sentirnos culpables de expresar alegría si nos rodean barbaridades? siendo expertos en la autoflagelación y embarrados aún de la moral católica, la penitencia parece lo único admisible en tal entorno. Tú deberías merecer el mejor de los pueblos, la más basta de las celebraciones. Trabajo porque los sinónimos de identidad mexicana sean equidad y tolerancia, tan lejanas aún.


Yo sí quiero festejarte, lo he hecho cada año y entiendo qué molesta tanto de esta vez. A mí no me engañan con que es el gasto, por gastos más estúpidos se han quedado callados. Tampoco me trago que es por la mercadotecnia abrumadora, pasa lo mismo con todas las fechas importantes del año. La realidad es que no podemos, no creemos merecernos nada: Lo mexicano es chafa. He ahí al puto favorito de la desgracia. La violencia en la que está sumida nuestra sociedad parece que regocija a cierto sector ávido de masoquismo y derrota. Me es difícil entender que en mi país, algunos de mis compatriotas parecen regodearse en la mediocridad. Y sin embargo también tienen una faceta claramente opuesta.

Un extranjero me dijo cuando estaba en Europa "ustedes son los seres que más sufren al estar lejos de su país. Extrañan demasiado su comida, a su familia y todo lo que tenga que ver con su nación". Yo, por ejemplo. En Francia me sentía disminuida al no poder traducir mis mexicanismos, con una personalidad un tanto frustrada sin hablar español.

México, eres como un veinteañero, uno muy deprimido y en plena crisis. Ninguna alternativa te satisface, quieres escapar de ti mismo. Te hundes sin rumbo. Y tal vez para olvidarlo todo, te empedarás en tu cumpleaños doscientos. Te haré compañía.

sábado, 30 de enero de 2010

Inicios

El primer día de clases. El primer beso. El primer día en un trabajo nuevo. El primer vuelo en un avión. Las primeras veces son promesas. Las promesas, esperanza.

El inicio de cualquier cosa en la vida supone emoción, energía, ímpetu. Es el uniforme reluciente, la puntualidad, la simpatía desbordante, el nerviosismo magnífico -al que yo suelo llamar 'miedo bonito'-. Todos queremos dar lo mejor de nosotros mismos. Es que "la primera impresión nunca se olvida". Me gusta ver como inicia la gente. Por ejemplo muchas parejas mediocres. Las primeras pláticas y citas de estos personajes están plagadas de ideas chispeantes, bromas acertadas y discursos donde tratan de esconder al máximo sus manías o pasados cuestionables. Me gusta ver cómo se disfrazan, cómo pretenden durante esos pocos días, semanas o inclusive meses, ser el ideal encarnado del zoquete a conquistar. Pasada la primera etapa de ensueño, todo regresa a la normalidad. No es TAN encantador(a), no es TAN aventurero(a), no es TAN amoroso(a), es m-e-n-t-i-r-o-s-o (a). "Debimos quedarnos sólo con el principio, para qué lo hemos traído hasta aquí".

El curso natural de la vida supone cambios. Las parejas chingonas también tienden a separarse, aunque por razones menos hipócritas que un actor que se ha fatigado de la obra. Simplemente dejan de ser, no se maquillaron a la hora de conocerse. El "click" fue auténtico y no forzado. El entusiasmo se diluye paulatinamente, como la pintura en la fachada de la casa de una ciudad costera cuyo desgaste sólo se nota a través de los años. Cuando todo haya pasado, la memoria les traerá el retrato de esos días donde todo era felicidad y será sólo por esos momentos primigenios que sentirán nostalgia recordándose mutuamente. El final y el tedio serán reducidos casi a sílabas (o palabras altisonantes) en comparación con el vademécum y tratados resultantes de aquellos instantes donde surgió el amor.

-Quisiera siempre recordarte sólo como en el principio, no en el acabose. Hasta connotación peyorativa tiene "acabose" -le dió el acabóse-, sinónimo dominguero de "está que se lo lleva la chingada, pobre pendejo no sabe ni dónde terminar con su miserable existir".-

Lo mismo pasa con los propósitos de año nuevo. El energético arranque disminuye, fastidia, aburre y se convierte en un pusilánime ensayo que termina, si bien nos va, en el mes de marzo.

Por primera vez en mi vida estoy haciendo todo aquello que me propuse. Ni yo lo puedo creer. Y a sabiendas de que talvez baje la guardia y todo este entusiasmo que raya en lo ridículo me colme de fastidio o derive en un absurdo, quiero proponerme un "no me importa". Eso no me detendrá, el miedo al fatídico final no me detendrá esta vez. -Escribo con tanta determinación que siento que soy otra-. En el pasado hablé de la pérdida de la esperanza, y hoy recurrí a ella al inicio de estas líneas.

He dado ya los primeros pasos. Fanfarrias.

Este mes ha sido uno de los mejores-mejores-mejores eneros que he vivido (a veces tanta positividad me aturde. Tanta buenaondez de la vida me espanta. Pienso que hay una cuenta que pagar y no me vayan a pasar factura con un cáncer en mi pobre e inocente páncreas en mayo. Pero entonces recuerdo aquellos tiempos apestosos -obviedad, estaban llenos de mierda- y prefiero pensar que es hora de disfrutar un poquitín).

Post dedidado a la memoria de mi jocoso y muy extrañado abuelo, acaecido exactamente hace 365 días, él me quería ver feliz y carcajeante siempre, "¡Ah cómo das lata con tus caras largas!".

jueves, 31 de diciembre de 2009

Instantes

A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto
toda nuestra vida se concentra en un solo instante. Oscar Wilde


Es la primera vez en muchos años que el recordar un año me saca casi exclusivamente sonrisas. También es la primera vez (en ya tres 31 de diciembre), que releer algunos post escritos aquí es tan significativo. Hace un año justamente imploraba que el 2009 fuera el año del cambio, de ya no estar en el mismo lugar. Y ya no lo estoy, a pesar de que esté redactando esto en la misma recámara que he ocupado por diez años. A partir de este año logré deshacerme de un lastre que me había tenido en la más pasmosa depresión. No existía un día ordinario en el que me sientiera plenamente feliz. El inconveniente deriva hoy en que percibo como el protagonista de "El bulto" con todo ese tiempo dormida y al despertar todos a mi alrederdor están cambiados y con vidas muy distintas. Tal vez en eso radique que no me sienta en la misma sintonía que mis amigos de la universidad o la preparatoria. Ver sus relaciones de ñores y las rutinas de oficinistos adultos-contemporáneos me trauma. Chavos, tienen la década siguiente para tales protocolos y aburriciones. Yo no vuelvo a desperdiciar un día en introspecciones sin sentido y flagelaciones innecesarias.

El año en el que siento que he vuelto a ser quien soy. El año de la libertad.

No todo es brillante y positivo. Todavia siento un malsano coraje hacia mi persona por los años desperdiciados estúpidamente -acciones estúpidas, desiciones estúpidas, motivaciones estúpidas-, espero que se diluya en 2010.

Este año me enfrenté a un reto profesional que me parecía imponente. Era mi Goliath. Hoy puedo decir: "¡Prueba superada!" y lo digo con la bocota llena de seguridad y orgullo.

Me llevo mejor con mis papás y he platicado con ellos más que en otros tiempos. Entré en la conciencia de que un día ya no estarán, y cuando llegue ese momento no quiero sentir que no estuve lo suficiente con ellos. Son los amores de mi vida, a pesar de que tenemos ideas diametralmente opuestas.

Salí de mi zona de comfort de todas las formas en que pueda interpretarse. Lo que sigue es sacudirme el miedo que prevalece ante el horizonte de lo desconocido.

INSTANTES DE 2009
-en estricto azar-

Tomo nota. Recibo correos. Llamadas. -No la chinguen, yo no puedo hacer esto-. Una noche de marzo platico con un amigo y decido regresar en mis pasos, no correr riesgos. Horas más tarde alguien me habla en el messenger y sin muchas palabras me convence de que puedo. Se puede. Se pudo.


Un Aurrerá. Estoy tan nerviosa que no puedo abrir un refrigerador... busco la manija entre las visagras. Él lo hace por mí y se burla de mi torpeza. Suena una música cumbianchera y bailamos en la fila de la caja, ahora yo me burlo de su torpeza. La cajera nos ve con desaprobación y envida, estamos tomados de la mano y nos besamos. Compramos botellas de agua, chicles. Hablamos de un viaje. Bueno, dos. Luego viene el beso perfecto. No hay pasado, tal vez tampoco futuro. No hay rencores, ni dobles mensajes, ni dudas. Hay certezas. Pero aunque breves, son las mejores que he vivido.

Salgo de mi casa. Veo el celular, sé que aunque le avisé no me llamará para ir al evento festivo de esta noche. Ya era mucho de ser cuasi inseparables. Le llamo a la festejada y le pregunto cómo llegar "Apúuuurateeeee", me dice con su dulcísima voz. Tomo un taxi y voy tarareando una canción, pienso en que será una gran fiesta y que tengo muchas ganas de bailar.

Él se asoma como si nada a mi lugar de trabajo y al ver su cara nerviosa con la sonrisa forzada sé que algo ha valido madres. Me lo dice después de rodeos bobos, cuando está nervioso bromea como infante. Después de semanas de terror se convierte en una realidad.

La orilla del mar. Un calor asfixiante para ser febrero. Pienso en ti mientras veo el océano y siento la raquítica fuerza de una ola disminuída golpear mi pie derecho. Ese fue el momento en el que te despediste de mí para siempre, como una energía que después de recorrer distancias inmensas pierde su majestuosidad... pero llega a su destino, cumple su odisea. Adiós, Basave.

El metrobús se ha convertido en un transporte que ya no detesto. Me bajo y camino a casa de Ana y al llegar platico con ella para ponerla al corriente de lo acontecido en la semana -esperamos a su hermana-, también juego con su gatito de un mes y medio. Le digo -y ella concuerda- que debería estar contenta pero no lo estoy tanto. Algo no cuadra. Es que...¿Si uno está en un parque de diversiones a huevo tiene que estar radiante de felicidad, no?. Y yo no puedo ni reirme de sus chistes. Ironías de la vida, ambas pasamos por experiencias similares en esos días, pero al contrario de mí ella usa palabras más seguras, más firmes, más convencidas. Salimos de su casa y tomamos de nuevo el metrobús. Recibo un "gracioso" sms que para nada me hace reír.

Estoy bebida. Estñupido tequilaaa (no, la estúpida fui yo). Si hay una bebida que me pone ebria muy fácilmente es el tequila. Estoy en una fiesta, me despido de mis amigos ondeando mi mano beoda y sólo alcanzo a voltear a la sala para ver si no olvido algo. Citaré una línea de "El amor en los tiempos del Cólera". Gabriel García Márquez, sí, voy a referirme al escritor más odiado y laureado de América Latina, JUSTO a él: "En un instante se le reveló la completa magnitud de su propio engaño, y se preguntó, cómo había podido encumbrar por tanto tiempo y con tanta servicia semejante quimera en el corazón. Florentino trató de decir algo pero Fermina lo paró con un gesto y lo borró para siempre de su vida". En la ebriedad encontré la lucidez.

Llegamos a su casa y me doy cuenta que es uno de mis lugares favoritos. Después de platicar por horas de todo y de nada quedamos dormidas y sólo alcanzo a escuchar la licuadora de la vecina que prepara los matutinos desayunos de sus colegiales vástagos.

Al starbucks lo odio y lo amo. Me gusta endemoniadamente el frapuccino de esa maldita cadena. Me siento afuera para poder fumarme un cigarro. Tengo miedo. Es una fobia idiota, pero fobia al fin. Le llamo a una de las personas a quien más confianza le tengo -ojo mucho ojo- y le platico todo lo que me aquejumbra en ese instante. Es tan sabio. Al colgar respiro aliviada y me dirijo al encuentro de un trámite que destesto.

Espero con ansias (y angustia y miedo -pero del boniiiiito- y emoción y positividá) al 2010, en lo referente a mi vida personal. Espero con pavor (y hastío y preocupación y desgano y miedo -del feiiiíto- y coraje) al 2010, en lo que refiere a la vida de político-económica de México.

miércoles, 28 de enero de 2009

Un día nada ordinario: la llegada de Valeria

De ahora en adelante siempre recordaré éste día. Seguramente en años venideros me quejaré por tener que asistir "a la de a huevo" a sus fiestas infantiles de cumpleaños. Ni modo. Soy la orgullosa tía de una chiquilla cachetona de ojos enormes.

La primogénita de mi hermana nació hoy a las 2 am., después de nueve meses-ocho días de matrimonio, de casi dos semanas de suspenso y 10 horas de labor de parto. 3 kilos ochocientos gramos...¿en qué cabeza cabía la posibilidad de un nacimiento natural?. Tuvo que ser cesárea. Se parece a la familia de su papá. Fabiola, la hoy cansadaincreíblementefeliz madre, quiere llamarla Valeria (lo cual encuentro un poco injusto...desde hace años yo reservé el nombre de "Valentina" para alguna probable hija mía, justamente me sentí Mónica Geller cediendo su nombre para niña: Emma. Me gusta Valentina porque adoré el personaje de Irène Jacob en "Tres colores: Rojo" y no como equivocadamente piensan muchos...por mi severa adicción a la salsa Valentina).

Tardé en llegar al hospital gracias al concierto de "Luismi"...Recordé el tiempo en el que solía andar por las Lomas cuando trabajaba de freelance en agencias de publicidad, pensaba que quería trabajar de planta, qué error. El tráfico infernal, los oficinistas, los trajeados mamones, no. ¡No!. El pedregal ya no me parece tan malo junto a eso.

Estuve gran parte de la noche recorriendo Reforma, encargos y encomiendas a casa de la otra hermana, pasé 3 veces por el Ángel. Tan bonito él (¿o ella?, ¿cómo deberíamos decirle?). Eso me hizo pensar en el concurso para el logo turístico de la ciudad de México, el intento más deprimente de diseño que he visto en años. Si sienten curiosidad por ver la horrendosidad de, chequen éste link. Si quieren participar en la re-elección de tal (porque descalificaron 3 por ausencia de derechos de autor-entre otras cosas-), vayan aquí. De regreso a casa, más o menos a las 4 de la madrugada, me tocó ver el centro cómo nunca antes lo había visto, estaba completamente vacío de autos o gente. Cuando he andado por esos lugares a esas horas es fin de semana y hay otro tanto de alegres bohemios saliendo del bar/cantina/antro. Ví algo extrañísimo: una pareja caminando de la mano en Bellas Artes y un lector interesadísimo en su libro sentado en el Hemiciclo a Juárez, en medio del frío y el silencio de una noche de enero.

viernes, 24 de octubre de 2008

Hace 70 años

Hace ya tanto tiempo, tuve muchísima suerte. Hay quien dice que en setenta años cambia un país, el mundo entero, y yo lo creo. Tuvo lugar otra guerra mundial, inventaron la bomba atómica (no se ha inventado una forma de pensar más rápido, pero sí una forma de matar más rápido), construyeron el muro de Berlín, EUA es la superpotencia y hace lo que su chingada gana se le da, surgió el rock & roll, llegaron los Beatles, se murió Javier Solís, llegaron los hippies, hubo gringos en la luna (literal), llegaron los punks, hubo devaluaciones del peso, tembló en el 85, el defe se llenó de gente y de autos, nacieron las pc's, tiraron el muro de berlín, en México se caían sistemas en la elecciones, adiós cassette-bienvenido-cd, pánico por el y2k, tiran las torres gemelas, EUA sigue haciendo lo que su chingada gana se le da, etc.

Y todo eso, lo ha visto mi papá. Hoy hace setenta años llegó al mundo para fortuna mía y de muchísima gente. El condenado se ha dado a querer con todas las personas que le rodean. Es el ser humano más noble que conozco, y es una lástima que yo no tenga ese asuntillo emocional de muchas mujeres que buscan una pareja como su padre. Para mí no hay hombre más recto y responsable que él, más leal, sin rastro de egoísmo.

Ha llegado a una edad en la que comienzo a sentir miedo, y percibo más claramente el paso del tiempo en él que en mí. Siempre vi con mucha lejanía la vejez de mis padres, tengo pánico al imaginar un momento inesperado en el que no los tenga a mi lado. Tal vez el detonante fue la reciente muerte del papá de una amiga mía, era unos años mayor que el mío.

Maldición, siempre quise crecer, y ¡oh la responsabilidad!, ¡la adultez!, ¡la libertad!...hoy añoro los días en que papá intentó infructuosamente enseñarme a andar en bicicleta, cuando me daba domingos, cuando me llamaba en diminutivos de nombres de mamíferos, y no quisiera que el tiempo siguiera pasando.

Felicidades papá (él no sabe de la existencia de éste espacio, pero no me importa), por estos setenta años de vida que han sido maravillosos.

jueves, 26 de junio de 2008

Extrasístole

Es la aceleración del ritmo cardíaco. Sin ahondar en términos médicos, las causales fisiológicas o externas, yo puedo decir, que es justamente lo que me pasó esta noche.

Hay un culpable. Tiene nombre y apellido, pero creo que prefiere el cálido velo del anonimato. También lo acuso de tener cierto grado de responsabilidad por toda la confusión de los últimos días.

Me parece que no encontró mareo alguno la noche del viernes cuando fuimos al centro de Tlalpan, y escuchaba mi parloteo de vocecilla ronca y áspera.

Estoy contenta (hasta hay nueva etiqueta).