El gran año. Paralelamente a los sucesos acaecidos en el mundo, en
México se distinguen dos, contradictorios. La olimpiada de la paz. El genocido cobarde.
Hace poco fui al Museo de Arte Moderno, visité la exposición "Diseñando
México 68: una identidad olímpica". Había un mapa que mostraba al
DeFe de ése entonces, qué pequeño se veía. Limpio, menos poblado,
vintage. Sin esperarlo, me invadió una nostalgia por lo desconocido. ¿Cómo puedes añorar una ciudad que no conociste, un tiempo no vivido, una época en la que no estabas ni en los planes de dios?.
Fueron los primeros juegos en los que se incluyó una olimpiada cultural (ahora sería
inconcebible tal desapego), que tuvieron simbología, que se transmitieron a todo el mundo. Los
mexicanos la tenían difícil: " Toda la prensa europea se pregunta cómo ha sido posible que el Comité Olímpico aceptara que tantos deportistas sean expuestos a condiciones tan poco frecuentes. Ya se formula la exigencia:
¡Quítenle a México los Juegos Olímpicos!”.
Ja,
tarados. Resultaron un
parteaguas en la realización, un hito en la creatividad de su diseño, atletas
rompiendo récords mundiales que se mantendrían por décadas. Es obligado como diseñador ir a esta
expo (y como defeño también).No sé, me
dió también esa onda de orgullo-gusto-¿
vencomosipudimosybienchido,putos?. Algo que también descubrí es que toda la tendencia
diseñística del
logo y parafernalias similares no surgen exclusivamente del
op art (lo que ignorantemente pensé desde la universidad), también lo hacen de los coloridos y contrastantes
diseño de arte huicholes. Un
mestizaje de estilos.
También caí en la cuenta de la cantidad enooorme de construcciones que se llevaron a cabo...y que llevan los nombres de los niños héroes... Gimnasio "Juan de la Barrera", Alberca Olímpica "Francisco Márquez", Palacio de los Deportes "Juan Escutia", jamás hice esa lógica relación, del último ignoraba el nombre original.
Quedé maravillada. Oía las
fanfarrías que se compusieron
especialmente para los juegos,
videos de las competencias, fragmentos del documental
"Olimpiada en México" (el único de esta índole nominado a un
Óscar), la certeza de saber que más que millonarios patrocinadores (que en lo absoluto tendrían que ver con el deporte -¿coca cola?¿
mcdonalds?-), que ciudades de opulentos países, que amañadas triquiñuelas para lograr la elección, ésta se logró a base de creatividad, esfuerzo, y buena
fé:
"México desea mostrar al mundo su rostro contemporáneo, y anhela que los Juegos que organiza sirvan de punto de partida de nuevas experiencias para futuras sedes. Con el conocimiento mutuo, la fraternidad y la amistad, los jóvenes de los cinco continentes alcanzarán una estrecha relación que les hará sentir el respeto que merecen todos los hombres. Una mayor proyección espiritual: hermanar el arte y el deporte, el cuerpo y el intelecto. Juegos Olímpicos del Deporte, de la Cultura y de la Paz."
Arq. PEDRO RAMIREZ VAZQUEZ, Presidente del Comité Organizador.
Mientras continuaba fascinandome con la exposición, ví un video donde "Cantinflas" regañaba a una mujer por tirar basura a la calle y le decía que debíamos dar nuestra mejor cara, enseñarle al mundo un país lindo y educado...acto seguido, empezaba otro anuncio de la misma factura, pero en ésta ocasión Canti reprendía a un hippie, argumentando con las mismas oraciones, pero haciendo hincapié de "esos pelos", "esa ropa", "esa rebeldía"...A la par de mi descontento ante la "ingenua" y "sutil" intolerancia hacia los jóvenes del país, comenzó la proyección del discurso inaugural del gorila infeliz que fungía como presidente es ése entonces (del cual no quiero ni mencionar el nombre)...Sólo eschuchar el mediocre tono de voz me revolvió el estómago. Y luego, una imagen que me confundió:
De ninguna forma éste cartel me remitió al deporte olímpico de "Tiro"
El otro sesenta y ocho emergió en mis pensamientos.
La primavera checa, el mayo francés, los jóvenes del mundo y su poesía, sus sueños, sus ideales, sus protestas:
"Seamos realistas, exijamos lo imposible""Están comprando tu felicidad. Róbala."
"Olvídense de todo lo que han aprendido. Comiencen a soñar."
"Somos demasiado jóvenes para esperar."
"Las paredes tienen orejas. Vuestras orejas tienen paredes."
"No es el hombre, es el mundo el que se ha vuelto anormal"
"Pensar juntos, no. Empujar juntos, sí."
"Prohibido prohibir. La libertad comienza por una prohibición."
"La vida está en otra parte."
"La imaginación toma el poder."
"No puede volver a dormir tranquilo aquel que una vez abrió los ojos."
"Abajo el realismo socialista. Viva el surrealismo."
"Cuanto más hago el amor, más ganas tengo de hacer la revolución.
Cuanto más hago la revolución, más ganas tengo de hacer el amor."
"No se encarnicen tanto con los edificios, nuestro objetivo son las instituciones."
"Un pensamiento que se estanca es un pensamiento que se pudre."
Y surgió, mucho más fuerte y cercano, el dos de octubre.
En la conmemoración del treinta aniversario de la matanza de Tlatelolco, invitaron a una mesa redonda en el auditorio de la preparatoria seis (la freseis, pues) a algunos estudiantes que estudiaban ahí en 1968, entre ellos Paco Ignacio Taibo II. Ni la mitad del auditorio estaba ocupado (a diferencia de cuando el equipo profesional de los Pumas iba a recibir a los de nuevo ingreso). Yo me encontraba entre los que acudieron a esa cita, aún no cumplía 16 años e iba en sexto (él estaba también). No valdría la pena que con mi poca elocuencia tratara de resumir la narración de los ponentes. Justamente, me encontraba muy clavada con textos de la materia de "Ética", estaba estupefacta al comprender que los jóvenes de mi generación estuviéramos tan pasmados, tan cómodos, tan enajenados, tan en la idiota. Trataba de imaginarme viviendo en el 68, no en el indiferente 1998. Cuando comenzó la serie de preguntas, algunos estudiantes salían con ocurrencias como "¿y cómo era la escuela?", "¿No los regañaban sus papás?"...Yo me armé de valor y salí con la mía: "¿Porqué creen que los jóvenes de hoy estén tan muertos en vida (válgame), que no exista una genuina preocupación por la política nacional, por la crisis social, por la pobreza extrema, por volvernos un cambio...si los jóvenes de México estamos como zombies, qué podemos esperar de los adultos, porqué nadie hace nada, porqué todos se callan, porqué Acteal, porque no resurge ese espíritu arrebatado y revolucionario, yo contemplo a mis compañeros, y observo más preocupación por vanalidades, nadie se inmuta ante la injusticia (y entonces voltee a mi alrededor y ví la cara de desaprobación de muchos estudiantes, y opté por terminar) porqué?...Lo único que podía sentir en ese momento era el enrojecimiento de mis mejillas y el temblor de mis manos, tanta fue mis pasmación que no logro recordar bien a bien qué me contestó Paco. Si acaso las frases "creo que no es una pregunta lo que dijiste, es una queja", "la gente está demasiado cómoda", "la situación no es la misma, ya no existe tal represión, ustedes gozan ahora de más libertades gracias a ése movimiento"...De hecho hubo algunos chavos que empezaron a decir que ellos no eran así (¿porqué la gente suele ponerse sacos que no le tocan?), que estaban "vivos", que para nada se sentían cómo "zombies", porque sí respiraban y caminaban e iban a la escuela... (chale, ¿ya en la preparatoria y no detectaban metáforas?).
Al salir del auditorio las miradas lascivas continuaron, pero mi profesor de ética, Andrés L., fué a hablar conmigo, de alguna forma me felicitó, y me dijo que estaba en lo correcto, pero que no esperara que los demás recibieran con gozo una correcta observación que ni siquiera podían entender. Mario y mis amigas también me echaron porras y diciendo que había sido muy valiente por expresar lo que tanta molestia me causaba. En realidad me sentía muy abochornada, me había exaltado en demasía.
Un par de días después comenzaron a organizar la marcha del dos de octubre, yo estaba más que dispuesta a ir. Era un día lluvioso. De pronto comencé a ver el contingente que se reunía. Los pseudohippies que por increíble que parezca, eran los más fresas de la seis (y eso es muuucho decir). Los que marginaban, los que se sentían parte de un "cambio" por no entrar nunca a clases, no abrir un libro, y tomar chela/fumar mota desde los 14 años. Los que estaban en "la lucha del pueblo", pero vestían pandrosas ropas carísimas y de marca. Los que trataban a los inadaptados (como yo) peor que escoria, porque no éramos populares, no andábamos en raves, no teníamos nave, no teníamos 3 novios, etc. Los que empezaron con la modita de terminar y empezar cada frase con la palabra "güey". También reunidos ahí estaban los más desmadrosos. Los que llevaban 6 años en la prepa, repetidores por gozo, los que no podían hilar una sola plática, no digamos inteligente, congruente (los cuales sospecho que ahora engrosan las filas de algunos partidos políticos). Empecé a escuchar en mi radio que otros grupos estaban causando desmanes en el centro: pintando (no las maravillosas frases de arriba) improperios pendejos y garabatos ininteligibles, saqueando comercios, secuestrado camiones. Sí, no estaba ni cerca del sesenta y ocho. Y me dí cuenta que para ellos, la marcha, la protesta, los ideales, no eran mas que un pretexto para: Su diversión. Su vacío desgarramiento de vestiduras. Su presunción. Decidí no ir a la marcha.
Desde entonces quedé desencantada. A pesar de lo que he leído y visto, aún no comprendo muchas cosas de ése movimiento estudiantil, me habría encantado ser una joven en esos días y haber estado ahí para saber de primera mano, sin nostalgias, sin manipulaciones, lo que realmente pasó, y sí de verdad estamos tan lejos de la circunstancias políticas y sociales que le dieron lugar. Hoy, la vida política de México parece una competencia para ver quien es más radical ante una postura. No existe el diálogo objetivo y sin insultos.
Parece que nunca más se gestará una unión civil como la de aquel prodigioso año.