sábado, 31 de enero de 2009

No sé cómo decir adiós

Hace 24 hrs. me enteré. Mi abuelo materno murió. No he dormido desde entonces. No estoy tan triste como imaginé que iba a estar llegado éste momento.

Los días no estarán impregnados de su ausencia para mí, no le veía seguido, no conviví mucho con él. Vivió toda su vida en Guerrero. Éste mes ha estado lleno de noticias similares en mi entorno, amigos con duelos y familiares enfermos. De hecho el mismo día en que nació mi sobrina, un amigo supo que la vida de un sobrino suyo pende del delgadísimo hilo que una probabilidad de éxito del 5% puede cargar.

Los velorios nunca han sido lo mío (y me imagino que lo de nadie). No entiendo muy bien cómo funciona eso de los duelos. Al ir a un funeral y ver a una familia destrozada en llanto, gritos y conmoción me altera. Nunca faltan algunos hipócritas colados a los que les gusta lucir bien llorando como perros que llevan sin comer 5 días y pasan frente a una carnicería. Detesto eso. Fingir dolor al extremo para ganarte al público.

Otros no lloran, no hablan. Eso suele desconcertarme más. Algunos ríen y cuentan chistes o anécdotas que en nada tienen que ver con el fallecido, como si distraer y evitar hablar del contenido del ataúd a tres metros de distancia fuese el reto de la noche.

A lo largo de mi vida he hecho todo lo anterior en mayor o menor grado. Tengo la impresión que los funerales con escaparates individuales donde todos nos observamos para ver que hace o deja de hacer otro y así saber cómo comportarnos. Tengo la fortuna de que nunca ha muerto nadie a quien yo ame de manera escencial. Me explicaré: nadie cuya presencia en mi vida sea irreparable. Mis tíos, abuela paterna, primos, mi amigo de la prepa. Los quiero, pero en mi cotidiano existir no eran imprescindibles (sé lo egoísta que esto parece). Considero que las muertes que más me pudieran calar y que no caben ni en la pesadilla más cruel que pudiera dominar mi mente, serían las ausencias de mis padres, hermanas, sobrinitas, mejores amigos.

Mi abuelo ya no está y no va a estar más. No encuentro sentido a ir por cumplir un convencionalismo social, para que me vean llorar “mira qué triste está la nieta de Hermilo, ¿de cuál de sus hijos es?, ah sí, es de Olga... pobrecita, debía quererlo mucho”. O para que me vean en posición de mimo “mira qué extraña es la nieta de Hermilo, ¿es la hija de Olga, no?, se ve que está aquí a la fuerza, ya casi no venía al pueblo”. O para que me vean intentando “ayudar” con graciosos buenos modos los ánimos de otros “mira qué loca está la nieta de Hermilo, es hija de Rebeca seguramente, vivir en la cuidad de México debe tenerla así, los jóvenes de hoy no saben respetar...”.

Creo que ya ni sé cual era el sentido original de éste post. Tal vez necesite dormir o fumarme otra cajetilla de cigarros.

miércoles, 28 de enero de 2009

Un día nada ordinario: la llegada de Valeria

De ahora en adelante siempre recordaré éste día. Seguramente en años venideros me quejaré por tener que asistir "a la de a huevo" a sus fiestas infantiles de cumpleaños. Ni modo. Soy la orgullosa tía de una chiquilla cachetona de ojos enormes.

La primogénita de mi hermana nació hoy a las 2 am., después de nueve meses-ocho días de matrimonio, de casi dos semanas de suspenso y 10 horas de labor de parto. 3 kilos ochocientos gramos...¿en qué cabeza cabía la posibilidad de un nacimiento natural?. Tuvo que ser cesárea. Se parece a la familia de su papá. Fabiola, la hoy cansadaincreíblementefeliz madre, quiere llamarla Valeria (lo cual encuentro un poco injusto...desde hace años yo reservé el nombre de "Valentina" para alguna probable hija mía, justamente me sentí Mónica Geller cediendo su nombre para niña: Emma. Me gusta Valentina porque adoré el personaje de Irène Jacob en "Tres colores: Rojo" y no como equivocadamente piensan muchos...por mi severa adicción a la salsa Valentina).

Tardé en llegar al hospital gracias al concierto de "Luismi"...Recordé el tiempo en el que solía andar por las Lomas cuando trabajaba de freelance en agencias de publicidad, pensaba que quería trabajar de planta, qué error. El tráfico infernal, los oficinistas, los trajeados mamones, no. ¡No!. El pedregal ya no me parece tan malo junto a eso.

Estuve gran parte de la noche recorriendo Reforma, encargos y encomiendas a casa de la otra hermana, pasé 3 veces por el Ángel. Tan bonito él (¿o ella?, ¿cómo deberíamos decirle?). Eso me hizo pensar en el concurso para el logo turístico de la ciudad de México, el intento más deprimente de diseño que he visto en años. Si sienten curiosidad por ver la horrendosidad de, chequen éste link. Si quieren participar en la re-elección de tal (porque descalificaron 3 por ausencia de derechos de autor-entre otras cosas-), vayan aquí. De regreso a casa, más o menos a las 4 de la madrugada, me tocó ver el centro cómo nunca antes lo había visto, estaba completamente vacío de autos o gente. Cuando he andado por esos lugares a esas horas es fin de semana y hay otro tanto de alegres bohemios saliendo del bar/cantina/antro. Ví algo extrañísimo: una pareja caminando de la mano en Bellas Artes y un lector interesadísimo en su libro sentado en el Hemiciclo a Juárez, en medio del frío y el silencio de una noche de enero.

jueves, 22 de enero de 2009

El curioso caso de Forrest Gump the second

Pensaba derramar decenas de párrafos donde expusiera porqué mientras veía "The curious case of Benjamin Button" sentía ráfagas inclementes de déjà vus. Pero no hará falta. Encontré este excelso video que lo explica todo:



Si no se ve, sigan éste link, vale la pena.

Para gente cursi que dice que no es cursi (algo así como yo), la película es motivante, nostálgica, linda, con filosofía de la vida y el paso del tiempo, y bla bla. Pero para gente sin alma y que siente repudio hacia el género humano (algo así como yo) la película está llena/atascada de pretensiones.

El filme tiene 13 (sí, 13) nominaciones al Óscar. Aún no lo creo. Chale, ¿no se supone que los escritores se reinventan?, el guionista de una es el mismo de la otra, Erick Roth, por lo tanto ni siquiera lo podemos acusar de fusil vil. ¿Será que así por fin Brad Pitt gane un Óscar?. Bajo otras circunstancias me hubiese encantado ver tan laureada a la macuerna David Fincher - Pitt. Seven y The Fight Club son películas que crearon toda una ola de clichés cinematográficos importantísimos.

Destaca una sutil, muuuy sutil crítica al gobierno de Bush, cuando un relojero habla acerca de la muerte de su hijo en una guerra. Otra es que la historia se desarrolla mayoritariamente en Nueva Orleans desde los años veintes hasta el fatal (¿o "la fatal"?) Katrina.

Espero con ansias locas Slumdog Millionaire. A ver si Danny Boyle salva a los óscares.



ACTUALIZACIÓN

Ya me acordé que sí hay algo de lo que podemos acusar de plagio. Mientras leía "Tokio Blues"(¡gracias!), uno de los personajes, Midori (la ADORABLE Midori-nótese mi proyección-), tenía una frase que resumía su existencia:

"la vida es como una caja de chocolates, nunca sabes lo que te va a tocar" ¡¡¿¿¿???!!.

Y yo inmediatamente sin reparo y sin pensar (así como suelo reaccionar), me dije "seguro a Murakami le encantó Forrest Gump". Pedazo de imbécil que soy, Tokyo Blues se escribió en los ochentas...Así que más bien Roth es fan de Murakami. O se fusiló a Murakami.

lunes, 19 de enero de 2009

Promesas rotas

Hace algunos años fuí a la cineteca a ver "Promises", iba sin saber siquiera de qué demonios trataba y se convirtió uno de los mejores documentales que he visto.

El eje central son las entrevistas que a lo largo de dos años les hicieron a niños palestinos y niños judíos que viven en Jerusalem. El escuchar de viva voz las infantiles (pero no tan inocentes) crónicas, me ayudó a entender el gran-GRAN-gran problema entre ambos pueblos, los dos arrastran un conflicto que parece eterno, "la razón es mía, y únicamente mía", profesan dogmas increíblemente estrictos con los que intentan argumentar la legítima propiedad de Palestina. "Ojo por ojo y diente por diente", es el lema que al ser llevado a la práctica desde hace tantos años, ya es imposible señalar quien tuvo la culpa inicial, quien lanzó la primera piedra.

Entre los niños que salen en el documental, hubo unos gemelos judíos que me parecían los más justos y parciales: Yarko y Daniel. Tal vez ello era resultado de ser nietos de un hombre que logró sobrevivir al holocausto y decidió radicar en Israel para alejarse del lugar donde experimentó lo más parecido al infierno. Todo ello mermó su fé convirtiéndolo en ateo, no creía en un Dios que hubiese permitido tanto dolor a su propio pueblo. Por lo tanto sus nietos no poseían esa terquedad absurda de un fanático. En las entrevistas hablaban de que en una guerra no hay vencedores, hay muertes y sufrimiento en ambos lados. Temían a los ataques terroristas, se estresaban siempre que subían a un autobús, cuando estaban en un lugar público, les temían a los árabes pero no hablaban de deportación, exterminio o guerra como medios para solucionar el conflicto. Ellos fueron los únicos niños judíos que aceptaron sostener un encuentro con los árabes. Al ser testigos de las infames filas y chequeos que tiene que hacer los palestinos para pasar de un lugar a otro exclamaron "es injusto, ésta también es SU tierra". Vieron las pintas que hubo en la intifada anterior, las proclamas de Hamas, los huecos dejados por las armas israelíes, escucharon el testimonio de un niño árabe cuyo hermano fue asesinado por arrojar una piedra durante la intifada, era un niño que regresaba de pastorear ovejas. Jugaron todos juntos, comieron platillos árabes, fueron recibidos con hospitalidad y a pesar de que se sintieran incómodos en algunos momentos (como cuando les recomendaron no hablar hebreo), comprendieron el hecho más importante, lo que su propio gobierno parece no entender: "si estuviéramos en su lugar, de este lado de la ciudad, nos sentiríamos igual que ustedes y despreciaríamos a los judíos".

El encuentro resultó motivador, por que tanto judíos como árabes saben que no son ellos los asesinos, ni los que mueven los hilos de la conveniencia propia por encima del vecino. Son el gobierno Israelí, y los fanáticos musulmanes los que han provocado semejante madeja de rencores (desde mi punto de vista más culpa tienen los primeros). El documental deja abierta la puerta a una solución, a no perder la esperanza. Los niños árabes siguieron comunicándose con los gemelos judíos, pero se fue perdiendo el interés.

Al estar buscando videos relativos a éste documental (para compartirlos en el blog) encontré unas entrevistas realizadas en 2004 a algunos de los participantes. Dichas entrevistas forman parte del DVD. Fue triste y muy decepcionante enterarme que aquellos gemelos centrados y objetivos, Yarko y Daniel, engrosan hoy la filas del ejército israelí (son los chicos árabes los que estaban más cambiados, menos radicales, más dispuestos a la negociación, algunos no claman siquiera al gobierno por sus tierras, sólo quieren poder viajar por Palestina libremente, sin check points, ni tratos criminales). Fue como cerrar la puerta que el hermoso día de juegos entre niños había dejado abierta. Sería imposible que hoy, después de los inhumanos ataques a Gaza, los jóvenes árabes accedieran a ver a dos militares y más difícil aún la acción contraria.





Hace poco leí en el periódico que científicos descubrieron (aunque a mí me parece algo bastante obvio) que la alegría la felicidad son algo que se contagia. Yo creo en los opuestos de todas cosas -me parece una ley universal-, por lo tanto considero que el odio, el rencor, y la estupidez son también actos contagiosos. Donde haya un imbécil con fanatismos absurdos, odios arcaicos, e ideas obtusas, no lo duden, pronto habrá más (y en estos momentos me refiero a los judíos).

miércoles, 14 de enero de 2009

Todo se me descompone (o la tecnología no es para gente como yo)

Además de la vida. El martes 13 eché a perder de la manera más estúpida (¿en mi caso hay otra?) un disco duro de 350 gigas. Eso no fue lo peor, en él estaban alamacenadas fotografías de los últimos dos años de mi vida, mi carpeta de trabajo organizadísima al fin, el respaldo completo de mi último trabajo, videos, etc, etc, etc. Me sorprende lo frágiles que son los armatostes hoy en día.

En diciembre, pensé que mi ipod había valido madres. Hermoso aparatejo que hace tres años me parecía increíble poseer. Todos los videos que vería en él, la música, adiós pilas AA, adiós porta cd's, adiós horas de asqueroso aburrimiento en filas bancarias, carreteras, microbuses, adiós, adiós para siempre. Y a la mera hora no. No sé a qué pudo deberse, pero nunca los videos ni las películas que le bajé al ipod. En el banco o en el metro prefería ir viendo a la gente, no perderme la anécdota del día, la crítica mala onda, andar de metiche en pláticas ajenas...cómo perderme eso. Me gusta el ipod, pero no cambió mi vida ni mi relación con la música al grado que imaginaba, sólo la facilitó. En enero el werapod se "compuso solito" creo que era un desperfecto de la batería que se arregló al momento que se descargó completamente y pasaron algunos días. Sin embargo ya tiene la edad de tres años, y lo siento viejo, cansado, agotado, obsoleto. Se intimida al verse cerca de un ipod touch, no mencionemos un iphone. Y tan pequeñito, la hoy ridícula capacidad de 30 gigas. Yo pensé que estaríamos juntos más tiempo que mi encanto por él sería interminable.

Mi celular. Esa gran decepción. Sí, el diseño muy bonito, pero la batería se jodió al mes, tengo que cargarlo cada día y medio y siempre estoy olvidando el cargador. La cámara de 1.5 pixeles ya la veo paupérrima. Todo en él está oxidado y tiene poco más de un año. Mi hermana tiene un celular nokia del lejanísimo 2001, me he burlado de ella hasta el cansancio. Estoy a punto de darle la razón: "este celular tendría recepción hasta en el cráter del popocatépetl, se me ha caído 2356 veces, la batería dura lo mismo que cuando era nuevo, la pantalla es clara y no como la de otros celulares que a pleno medio día con luz del sol no ves ni madres, no he perdido ni un sólo número telefónico, escucho a mi interlocutor fuerte y claro, etc, etc".

Mi cámara. Esa gran rareza. Diez megapixeles parecían no tener paralelo "de aquí a que salgan otras más chingonas, de menos dos años", sí, los dos años ya llegaron. Además, andar cargando una puta cámara en todo lugar "porque puede presentarse la oportunidad de tomar 'la foto'" se traduce en un desperdicio de espacio en la bolsa y la paranoia constante de que sea robada. Además los de Sony son unos calculadores-explotadores que salieron del averno. En una de las únicas fiestas del 2007 en las que no tomé, andaba más distraída. ¿Porqué?, me parece que porque al saberte medio peda pones mucha más atención en todo, estás consiente de tu estado y tratas de que los demás lo noten. Al ir sobria...¿qué podría pasar?. Grave error, olvidé en el taxi de regreso a casa una bolsa con un suéter y el cargador de la batería de la estúpida cámara. ¿Resultado?: mil doscientos pesos menos en mi cuenta, eso costó la chingadera esa. Extrañé las pilas doble AA recargables. ¿Porqué Sony con toda su omnipotencia tecnológica no permite que la cámara cargue la batería al ser conectada a la computadora?. Porque son unas salguijuelas.

Siento que no puedo seguirle el paso a tanta velocidad tecnológica. Ni mi bolsillo, ni mi nostalgia. Y es una desgracia que tal fugacidad no sólo se apodere de los gadgets. Cada día las relaciones humanas se parecen más a la compra/deseo de un aparatejo. ¿Por qué conformarnos con el celular L5657X, si en dos meses saldrá el L6745XZ?, y estamos consientes de que al adquirir uno su paso en nuestra vida es transitorio. No se ajustará a las expectativas del año 2010.

Estúpida tecnología encarecida, delicada, fútil. Un walkman me duró 7 años, un discman más de 6. Mi cámara profesional tiene como 10. Y funciona. Los álbums fotográficos de mi familia tienen mi edad y ahí siguen...

Esta historia...¿continuará?.

lunes, 5 de enero de 2009

El primero

Una de las cosas que más extraño de la infancia es justamente éste día, ésta noche. Hace algunos años tuve la responsabilidad de comprarle algunos juguetes a mi sobrina y he de admitir que lo disfruté muchísimo, era una emoción casi equiparable en intensidad a la de los infantes expectantes, pero de naturaleza diferente. Buscar el juguete exacto, el precio más accesible, sin proponértelo encontrar otro que también le encantará a la criaturita...Pero éste año mi hermana no requirió de mis servicios ni préstamos, es más, fue a comprarlos con su esposo y ni me avisó. Entonces decidí hacer algo en lo que tengo gran desempeño: les compré ropa.

Es justo el momento ideal para adquirirla, llegaron las ofertas post navideñas. Las únicas tiendas en las que he visto y vivido un histeria colectiva similar a la que retrataban las series y películas gringas son justamente tiendas no-gringas, grupo Inditex: Zara y Bershka. Cliente frecuente desde hace una década(por no decir fan cautiva), soy de ésa gente enferma, decadente, y supérflua que que prentende llenar sus huecos emocionales con lino, seda, mezclilla, algón, y nylon. Este año la barata ha sido distinta...sólo está en rebaja la mitad de la tienda, la gente no lleva cerros imponentes de ropa, las blusitas de algodón que acostumbraban costar 100 pesos, hoy cuestan 200. Hasta la ropa y la tela están más pinches, recuerdo con nostalgia los famosísimos abrigos de hace algunos años, ¡qué corte!, ¡qué tela!. Es la única tienda a la que había entrado desde hace casi dos meses, no puedo creer que todo esté tan encarecido, si ésta frivolidad absurda me espanta...prefiero no ir a un mercado y evitar así el desmayarme.

Los menús de restaurantes y cafeterías, todos tachoneados, remendados, etiquetados, ninguno conserva los mismos precios de dos meses para acá. Las vacaciones me sirvieron para tristear a gusto y empezar a salir del bache, pero no esperaba que fuera a base de madrazos económicos también. En fin, aplicaremos la ley del ajo y agua: ajoderse y a aguantarse. Tendré que reencontrarme con ese viejo y olvidado amigo mío: Sr. Freelance. Odio un poco a ese malnacido hijo de la puta necesidad y el mercenarismo oficinil, a veces no es bien pagado y cómo quita tiempo (¡oh invaluable joya!), pero cuando sí lo es, cada peso sabe a gloria.

Regresando al principio, les compré ropa y zapatos a mis sobrinas, pero mi hermana se opone a que les diga que los *Reyes Magos* se las dejaron en la casa de mis padres, se les hará costumbre, y quiere que ellas sepan que se las compré yo. Me conformo con sus atarantadas caritas sonrientes mientras hacen ademanes gustosos y alegres, no necesito un *¡gracias tía!*.

Creo que tengo una especie de complejo de Peter Pan en éstos días: quiero ser niña, por eso me
encanta ir a las jugueterías, ya que los reyes magos no me traen juguetes a mí, por lo menos comprándolos puedo tener una emoción parecida. Hace poco una amiga nos confió que pasa por una severa crisis económica, entre lágrimas nos dijo que no creía poder darles *Reyes* a 3 sus hijos (sí, en la plenitud de los anticonceptivos mis amigos tiene 3 niños 3 antes de sus 30 años), por eso no le gustaba que vieran la tele y por ende los comerciales de juguetes. Su esposo hasta trabaja doble turno. Claudia y yo nos ofrecimos a ayudarla, yo le dije que hiciera una lista y nos viéramos para ir a buscarlos y que yo los pagaría. Por cuestiones de logística Claudia empezó a hacerse cargo de eso (Claudia vive mucho más cerca de ella) y con la ayuda de otro amigo empezó a juntarlos todos, y no tuve oportunidad de comprar ninguno (pero sí de cooperar $$$). Siento que detesto un poco (sólo un poco) a Claudia por acaparar la acción compradora jugueteril. Terminamos siendo 6 reyes magos en lugar de dos, qué bien, pero...¿Por qué siento este deseo inexplicable de querer haber sido la única aunque eso significara haber gastado mucho más?.

Éste es el primer año sin regalo para mí bajo el árbol.