
El sábado 30 de agosto asistí a la marcha. Pero para qué, *si no sirve de nada, no vale la pena, no solucionará la situación de forma tajante, la provocó la muerte de un rico, sólo es de fresas, es una marcha
panista...
bla,
bla,
bla*.
Antes que nada yo no creo en ninguna de las razones anteriores. Hace cuatro años, me fue imposible asistir, y recuerdo que muchos argumentaron lo anterior, ésta vez quise comprobarlo
con mis propios ojos.
No creo que sea una manipulación
mediática con el fin de una cortina de humo para la reforma energética (después explicaré el porqué pienso esto). Ya desde hace DOS AÑOS
no pasa un mes sin que me entere de asaltos, robos, secuestros, extorsiones teléfonicas, que han sufrido compañeros de trabajo, amigos, familiares, yo incluída. Tan sólo en el mes pasado se robaron a punta de pistola una camioneta de la casa de al lado (no era la casa de la
mata-jacarandas, chale), supe de dos secuestros (uno
express, por desgracia el otro sigue en curso). No, ninguna de las víctimas son millonarios ni empresarios ni políticos. Es por eso que la marcha tuvo tal
concucurrencia, por que el caso
Martí es la gota que derramó el pinche vaso del hartazgo. Y si sólo la muerte de un rico hace tal eco, considero que podría aprovecharse tal situación para atraer atención
mediática o gubernamental. Sí, sería más auténtico si todo esto surgiera por la muerte de un Juan
Hernández, pero no le pidamos peras al olmo.
Me pareció interesante que alguien llevara puesta tal camisetaMe enteré de la movilización por el
facebook y sin saber de quien era la iniciativa decidí asistir, por el simple hecho de que
estoy hasta la madre. Después hubo otra convocatoria, los ánimos se aumentaron y se fijó una única fecha. Empecé a dudar cuando leí que una *célebre actriz* (a la que vería al finalizar la macha de mano de su achichincle y otros lacayos pronunciando sus muletilla favoritas: *manito* y *mijo*) suspendería una función de la obra de teatro que produce para asistir, escuché (es que existe la mala costumbre en casa de tener la
tele prendida en las mañanas aún después de las noticias, como para que haya ruido, pues) a los conductores de asquerosos e insultantes programas matutinos apuntarse al evento e invitar a sus pobres espectadores...pero me dije *no está mal, finalmente entre más gente mejor, y es algo que afecta a TODOS*, no tendría porque molestarme en estar en el mismo lugar que ellos si exigimos lo mismo, si nos afecta igual.
Al día de hoy me resulta triste saber que muchos consideran una
pendejada asistir a una marcha, que las califiquen con colores
partidistas y que se mofen de los reclamos ahí expuestos. La mayoría de dichos detractores vivieron eso hace dos años cuando marcharon en las asambleas de
AMLO. ¿No es irónico que ahora se burlen de esas manifestaciones?,
¿o será que sólo a los
panistas los asaltan/secuestran?... la idea de que únicamente a un estrato social le pegara el hampa sería benéfica (mientras no nos tocara a nosotros estar en ésa posición) pero irreal. No hay ni para dónde hacerse.
Llegamos al metro Hidalgo a las seis en punto y ya desde ahí se veía Reforma lleno y
Av.
Juárez también. Caminamos a la Glorieta de Colón (tan
albureable apellido, ¡caray!) y como amenazaba una probable llovizna decidimos incorporarnos a partir de ahí.
Vi de todo. TODO. Gente bien fresa, estudiantes,
viejitos, niños, familias, parejas, gente muy humilde, unos rastafaris, indígenas, güeyes con cara de jefes de oficina, gente triste, gente enojada, gente sonriente . Yo no podría
categorizar la marcha en mayorías,
vi a representantes de toda la jungla
defeña, toda ella, y ya sé que lo estoy recalcando demasiado, caminando lado a lado, codo a codo (esto me recordó al recientemente fallecido Gilberto Rincón Gallardo...él usó un verso de Benedetti en uno de sus discursos durante su campaña presidencial del 2000:
“y en la calle codo a codo, Somos mucho más que dos” ) .
Vi enojo.
Vi miradas de comprensión y entendimiento como son las miradas entre los que se saben enfermos de la misma dolencia. Conforme nos íbamos acercando a Eje Central, empezaban a escucharse tímidos aplausos y gritos de *
México,
México*. Se suponía que era una protesta silenciosa, pero encuentro difícil que un
mexicano pueda llevar a cabo tal tarea, y más aún, cuando siente que tiene mucho que reclamar.
Yo concuerdo, que se vayan todos, toditos.Yo iba
cuasi como espectadora curiosa y empecé a contagiarme (se llama euforia colectiva, ya lo sé) con el enérgico enojo y descontento que me rodeaba, dejé de pensar en todos los
contras de la marcha (lo que acoté al principio del post). Al llegar a Madero empecé a gritar y es más, a promover, el que creo debió ser, el *
eslogan* de la movilización: “Si no pueden, que
renuncien,
renuncien,
renuncien”. Fue catártico (quedé ronca).

Me emocioné con estas dos GRANDES ideasYa en el Zócalo los gritos y consignas se espaciaban, como quien carga baterías para el momento cumbre. Sin embargo, me tocó escuchar unos “Fuera
Marcelo, fuera
Marcelo” -¿no que no era
partidista cabrones?-, afortunadamente eran pocos los que lo coreaban y sólo fue en un par de ocasiones (también hubo contra Calderón). Con todo y que este tipo no es de mi agrado (cómo ya ningún político lo es), está lejos de ser el único responsable de la inseguridad en la ciudad/país, se me hizo una estupidez fuera de lugar salir con
grititos así. En mi opinión somos todos culpables.
La clase política por carcomida, podrida, y corrupta. La sociedad civil por dejada y apática.
A este señor lo vi con el brazo en alto sosteniendo el S.O.S. desde Metro Hidalgo
Nunca había cantado el himno en el Zócalo. Nunca lo había escuchado con tantos ánimos y enjundia. Nunca lo había escuchado en tantas voces. Me inundó el sentimiento patriótico (quiero pensar que no patriotero), creía que tal fervor sólo lo provocaba la decepción -es decir- la selección nacional en el mundial de
futbol, qué maravilla saber que no siempre es así, qué tristeza el motivo.
¿He dicho que no puedo usar mi cámara?, estúpidamente hace unos meses perdí el cargador de la batería en un taxi, el chiste cuesta 1000 pesos (¿por un cargador de batería?, estúpida sony), tomé muchas fotos, pero con las cámaras de mis amigos, éstas son algunas que me han mandado por mail. Aunque borrosa y mal enfocada, esta foto me recordará al Zócalo de ésa tarde.Le faltó cabeza (líderes, pues,) a la marcha. Le faltó alguien que
aterrizara de manera concreta el reclamo de la multitud. Y no me refiero a los que la convocaron (que según esto no son de ningún partido y
bla bla, pero uno nunca sabe para quien trabajan), o algún
artistilla televizco ó el propio Alejandro
Martí. No sé quien hubiera sido idóneo para dicha tarea, sólo sé que eso fue lo que le faltó, no encuentro lógico venir a enterarme de las peticiones vía periódicos y medios electrónicos y no de viva voz en la mismísima protesta.
Vi carteles muy tristes, donde había reclamos añejos y retratos de ausentes. Un escalofrío recorre mi espalda, soy incapaz de
percibirme como alguien que saldría adelante después de una tragedia similar.



Lentamente fuimos abandonando el Zócalo, para nuestra sorpresa, por todas las calles que
desenbocaban a la plancha seguían llegando contingentes, dicho de otro modo, la plancha se vació y se volvió a llenar.

Es una pena que todo el
cirquete que armaron nuestras
amadísimas televisoras dejen en muchos un mal sabor de boca, desconfianza, y mofa. Cuando debería ser motivo de gozo el que algunos
mexicanos logren salir de la apatía, que no sean acarreados, y que están dispuestos a seguir
con otras medidas para obligar al Estado (cosa que idealmente no debería pasar) a hacer bien su
principal tarea: garantizar la seguridad a sus habitantes mediante el cumplimiento de las leyes. En repetidas ocasiones he dicho que me parece injusto que se culpe a la pobreza de los delitos, cuando sólo es un factor. ¿Por qué hay ladrones, secuestradores, asesinos?. La
respuesta la dejaron
Ramón Mier:
“Pregunta:
¿Porqué se lame el pene un perro?
Respuesta:
Porque puede.
Algo parecido sucede con la delincuencia. El delincuente roba, asalta, extorsiona, secuestra y asesina porque puede. Porque sabe que lo más probable es que su crimen quede impune.”
y
Chilangelina:
“La
razón no es la falta de solidaridad social, la
razón desde mi punto de vista es una sola: IMPUNIDAD.
Tienes
razón, los que roban no lo hacen por hambre; lo hacen porque la persona a la que le roban no hace la denuncia (te apuesto lo que quieras a que tu amigo no la hizo); porque cuando la gente hace la denuncia
difícilmente los detienen, y porque cuando los detienen, acaban saliendo libres (entre otras cosas, porque no hay otras denuncias con las cuales puedan sumar delitos y
sentenciarlos). En
México se castigan solo TRES DE CADA CIEN delitos.”
Ambos fueron comentarios del post en el que
relaté los asaltos que sufrieron dos amigos míos, donde me enteré de más bajezas y
ojeteces de la mafia. Donde
empecé a dilucidar lo hartos que estamos todos por que no hay sanciones, por que no hay denuncias, por que no existe siquiera una probabilidad medianita de que les atraen, les castiguen ejemplarmente, mucho menos de que les
readapten.
Ladrones hay, pero hace dos décadas no eran con la violencia de hace siete años a la actualidad,
oír de un asesinato era inconcebible (exceptuando los *pasionales*).
¿Alguien recuerda la horrible anécdota del estudiante de 17 años asesinado por quitarle su celular?, ¿quién
organizo una marcha por él?, nadie, ni tú ni yo. ¿Por qué? por falta de convicción y difusión, algo que el caso
Martí sí tuvo, por tratarse del hijo de un empresario. Es muy injusto que sólo así se exija justicia, pero es un asunto en el que todos tenemos la culpa pues nadie organiza movimientos y protestas por esas víctimas anónimas, aquel al que le parezca ingenuo reclamar por secuestros, asaltos, violaciones asesinatos,
quédese tranquilo en casa. No salga a las calles. Nunca.
Ojalá no sea de nuevo llamarada de petate...