jueves, 17 de junio de 2010

¡Gol, gol, gol!

Durante la segunda mitad de mi vida me había sentido muy culpable de que me gustara el futbol. Lo negaba tres veces antes de la llegada de cada alba. Desde el mundial de México en 1986 conozco y disfruto profundamente un partido, pero comencé a ocultarlo cuando cursé la preparatoria. Las razones que me llevaron a tal escamoteo no son extrañas, la más importante es la descalificación intelectual hacia los fanáticos del futbol: "ignorantes", "enajenados", "nacos". Sé a qué se deben los aberrantes motes, cualquier actividad o creación humana que alcance popularidad los obtiene, es en su aparente y malentendida sencillez, donde radica el por muchos odiado encanto de su universalidad. Por eso es el "Juego del hombre", por eso es el espectáculo deportivo que consigue superar a los Juegos Olímpicos.

Intuyo que mucho de esto no es sino muestra de la frustación y la poca tolerancia a la felicidad comunal. En el caso específico del futbol y más contundentemente de un mundial, creo que es porque no nos permitimos disfrutar de algo cuando nos invade la desgracia, ¿cómo festejar y gozar de un Mundial de futbol si el país está que se lo lleva la chingada?, ¿cómo sonreír si nos arrastra el atraso económico?. Yo creo que es precisamente por eso que debemos saborearlo más. La moralina que percibo durante estos días me corroe el ánimo, ¿por qué no podemos abstraernos un mes de las preocupaciones? ¿por qué sentirnos culpables por disfrutar un espectáculo tan magnificente como una competencia deportiva?. Con toda probabilidad la gente que está interesada en las noticias lo seguirá estando y a quienes siempre les importa un carajo qué pasa en México les seguirá valiendo madres. La ignorancia de un país no se debe a su afición futbolera, son palabras que me fascinaría tatuar en la frente de quienes le acusan por la estupidez de millones.

El futbol es LA catarsis, pero déjenme recordar una anécdota para explicarme mejor. Futbol, el paliativo que todos necesitamos:

Era 1998, acababa de terminar el mundial de Futbol de Francia, uno de los que más he disfrutado. Tenía todo el verano de vacaciones y vi todos los partidos, aquella selección nacional había levantado muchas expectativas -cuando no- y la recuerdo hasta con cierto aprecio, ese empate en los últimos agónicos minutos contra Holanda, ese gol con Cuauhtemiña contra Corea del Sur, la triste y un tanto injusta derrota ante Alemania (es que "jugamos como nunca y perdimos como siempre"). Pero ya era noviembre y estaba en quinto de prepa. Teníamos una clase que nos mataba de miedo y a la vez fue la que más disfrutamos: Historia de México, nuestra profesora era tan estricta como genial. El primer exámen parcial fue lo más temido en nuestras adolescentes vidas, no se trataba de respuestas de opción múltiple o breves y explícitas, la idea era desarrollar y exponer la mayor cantidad de factores y circunstancias posibles entorno a los puntos que el exámen exigía sobre el México colonial. Fue la primera vez que leí tantos libros distintos para un parcial y la primera vez que para necesité tres hojas por ambos lados para responder. Fue un jueves cuando la profesora nos dio los resultados de la prueba, mi sensación de alivio y alegría era suprema pues había sacado un nueve y mis demás amigos también tenían excelentes notas, pensándolo bien no fue tan sorpresivo, después de todo éramos asquerosamente ñoños.
Tanto fue nuestro entusiasmo que aunque era la última clase del día nos quedamos en las jardineras del patio de quinto a taruguear. De pronto el tarugueo se transformó en el juego idiota de corretearnos con una botella de plástico y empaparnos, lo que llevó a que nos quedáramos con una botella vacía y aplastada. De pronto alguien la pateó. Luego otro. Luego yo. Instantes después ya estábamos en plena cascarita, Erandi y Shanti de porteras, creo que yo de defensa, Ciro y Alejandro delanteros, Mario de algo que no podía asegurar, defensa, centro, delantero, lo que sea. Seguramente se marcaron goles que festejamos como si fueran el momento de felicidad definitiva de nuestras vidas.
Pero la diversión se acabaría en poco tiempo. Un amargado prefecto apareció de pronto y nos pidió las credenciales. Tengo que ser incisiva en este punto: eran las dos de la tarde y ningún grupo tenía clase, la preparatoria estaba casi vacía y el turno vespertino aún no llegaba. Accedimos a entregárselas y en ese momento nos dijo las palabras más temidas por cualquier estudiante del globo "acompáñenme a la dirección" -chingadamadreyavalimos-. Sin duda una acción desmedida para nuestro inocente juego.

Al llegar a su oficina, la directora también resultó más ruda de lo debido; no éramos porros, teníamos aún cara de pubertos consumidos por la nerdez, hasta estábamos en el grupo de excelencia académica... lo peor vino cuando nos pidió la pelota (el castigo para los que jugaran cerca de los salones era la confiscación del balón) y Mario, en un acto de valentía, tozudez y burla, le entregó en mano y con malévola sonrisa, la botella sucia y apachurrada "pues es ésta, tenga usted". Aún recuerdo los ojos de la Fuster casi desorbitándose por la osadía de mi amigo. Lo que prosiguió fueron gritos y regaños de la directora, amenazas exageradas, una cita con nuestros padres el lunes a primera hora, una angustia que yo no había experimentado en toda la vida y a la vez la consolidación del que sería mi fabuloso grupo de amigos de quinto de prepa. La estúpida desgracia nos unió ante el inmerecido castigo por nuestro festejo.

Ahora con el Mundial de Sudáfrica exhibo sin inhibición mi afición. No sólo al futbol sino también a los clichés nacionales y al deporte como sustituto de las guerras. Aunque este evento parezca decepcionar al contar más empates con pocos tantos que golizas majestuosas, ya está empezando a dar sorpresas bastante agradables como el partido de España - Suiza. Me alegré y sentí como venganza propia la derrota del equipo español, pero el porqué de ello es tema de otro post. Jordy dice que una selección de futbol no tiene porqué reflejar la idiosincrasia de un pueblo y yo difiero con todo y los 43657 ejemplos que él me dio. Me basta con ver lo sacatones que son los futbolistas mexicanos ante los grandes equipos, la extraña mezcla de pesimismo y esperanza de sus aficionados, el "yameritismo" que nos caracteriza como nación está ahí, en una cancha de futbol cada cuatro años. Es heredado, viene de España. Mi fervor regresó también gracias a tres grandes tipos que conocí por este blog: Emilio, Jorge y Carlos. Grandes cabezas, grandes aficionados, es una lástima que con los dos primeros no pueda ni compartir la emoción de un partido.

Como bien expresó Renato el otro día, lo maravilloso de ver un mundial es observar la mirada de un hombre que ante un error deja escapar la gloria del paraíso. Algo de eso captó el buenérrimo comercial de Nike. Qué chingón ser testigo de la primera victoria de los japoneses, y recordar con ello mis infantiles tardes con Oliver Atom jugando en el Niupi y los sempiternos encuentros con el Franco-Canadiense, pensar al pueblo chileno y el pedacito de júbilo que les da una victoria después de meses de dolor por el terremoto de febrero, comprobar la apertura de la que tanto presume Alemania y que no por eso deja de ser temible, la elegante conchudez con que juegan los italianos a los que ya se les volvió costumbre empatar a uno con un país sudamericano en la primera fase, la imposibilidad física de las anotaciones brasileñas (y los albures con sus nombres que no me dejan para de reír).

Mi nacionalismo no se sostiene de once hombres en un estadio, pero nunca veré como algo negativo el sentimiento de unión, e incluso de orgullo, que me proporciona escuchar el himno al inicio de un encuentro, un marcador favorable, la alegría compartida con millones.

Por eso, Selección Mexicana, yo te echaré porras, yo gritaré "¡Goooool!" hasta que mis cuerdas vocales se sientan romper, pero si es que pierdes, lo sufriré hasta la médula y entonces sí será la más fregona y auténtica de las catarsis, la masoquista. Pero sobretodo porque deseo fervientemente tener esas dos horas que me son como un oasis en el que puedo olvidar todas las cosas realmente importantes que me atormentan. Por eso mañana el México - Francia me sumergirá en emociones optimistas y bellos recuerdos: "Gol, gol, gol; Allez, allez, allez".

P.D.- Mujeres del mundo que se quejan por el mundial: consíganse una pasión genuina que no sea girar como satélites alrededor de sus parejas. Gracias. (Además, qué ciegas están al dejar pasar el desfile de atléticos y bastante apetecibles hombres).

P.D.2.- Ah, y hablando de pasión, GRAN momento en la película "El Secreto de sus Ojos":

17 comentarios:

poeta_sin_inspiracion dijo...

antes te leía con agrado,con gusto, con admiración.

hoy solo diré que que vieja tan chingona eres !!!

pocas mujeres disfrutan una pasión por algún deporte, y wow tu eres de las que les sabe la victoria y la derrota, las que apoyan por el gusto, por saber lo que es el juego y la pasión que despierta... me enamore de ti.. soy tu fan no cabe mas duda...

Anónimo dijo...

Increíble y hermoso.

Un abrazo, Defe.

Kyuuketsuki dijo...

Pienso que las personas que odian GENUINAMENTE el futbol son a los que de niños no escogían para las cascaritas (por chafas), jojo.

A pesar de lo que pudiera aparentar en un principio, yo no odio el futbol. Es cierto que no es mi deporte favorito (prefiero mil veces el basket), que mi incapacidad de concentración me impide estar viendo fijamente los 90 minutos del partido y que su parafernalia me parece ridícula y que cuando el juego se pone lento me aburre brutalmente, pero aún así no "odio" el futbol. Lo que me purga son sus tranzas (reflejo del país en que vivimos) y los fanses, aquellos que no conocen otra cosa, que sólo viven para eso y que se ponen como energúmenos cuando le lanzas "ataques" a su deporte. Ataques basados en puros clichés, por otra parte.

Uno esperaría más tolerancia de su parte. Es muy curioso, pero al menos en twitter han resultado mucho más intolerantes los futboleros que cualquier otra persona a la que haya "criticado". Y es una lástima. Uno espera que los aficionados a un deporte, por las características del mismo, sean más "abiertos". Me gustaría ver que eso cambiara.

Unknown dijo...

Sólo quise dejar constancia de que vine, lo leí y me gustó mucho.

Saludos, Defe.

Lexico dijo...

Bravo...

me agrada que el futbol inspire grandes post a diestra y siniestra...

tu pregunta: ¿por qué sentirnos culpables por disfrutar un espectáculo tan magnificente como una competencia deportiva?.. me recordo a un tipo que nos fue a gritar de cosas al FIFA Fan Fest en el zocalo... que si Calderon se fue a Sudafrica con nuestros impuestos y no se que más... curiosamente nadie lo pelo...

En twitter @liebano recomendo un video inspirado en textos de Antonio Fontanarrosa en donde habla sobre el arte en el futbol... la pintura, la danza, la musica, la escultura, etc... y la pasión que todo esto en el deporte nos despierta...

Juan Villoro nos sorprende a cada rato con sus textos futboleros... y no puede faltar darle una leida a "Dios es Redondo" para darnos cuenta que nuestra pasión por el deporte no es malo y no hay porque reprimirlo...

Yo personalmente prefiero practicar la natación que el futbol... parte por mi espiritu solitario y parte porque soy maleton para el fut... pero pocas cosas se comparan con compartir una victoria o una derrota, una jugada.. una falta... con esperar el gol más bonito de la historia y poder decir: "gracias vida por permitirme verlo"...

Gloria en el cielo a los Dioses del Futbol...

Chilangelina dijo...

Bravo.
Lo que más odio en el cliché de que a las mujeres no les gusta el futbol, o de que sólo lo ven para ver las piernas de los jugadores. Sí, me gusta ver una jugada impecable de Alemania chela en mano, y sí, me gusta que al final los jugadores se quiten la playera y me enseñen el lavadero. No veo por qué tengo que elegir en pos de una etiqueta.
Bravo again.

Anónimo dijo...

Ay,Defe, escribes re bonito, cómo te envidio. Valió la pena el abandono a tu blog. Nada como la genuina pasión, defe, pasión por vivir, a fin de cuentas, lo malo y lo bueno. El futbol para la catarsis, para la celebración, para el júbilo en compañía, para la carcajada,para la afonía.
Yo disfruto los partidos de futbol, sean del equipo que sean, siempre y cuando permitan la catarsis y la buena compañía. Ya de celebrar ahí no le entro, ir al ángel y así, no, porque las multitudes enardecidas me dan miedito.
Saludos harto cariñosos, defe, y diviértete mucho, que ya ganó México y has de andar en Reforma!!!!
Abrazos

Anónimo dijo...

Ash, la de arriba soy yo, sabandijiux, no sé por qué me cambió el nombre.
Pero aprovecho para mandar más saludos

Lexico dijo...

Solo regrese porque estoy recordando los goles que Chicharo y Cuauhtemoc hicieron a Francia y dije:

"gracias vida por permitirme ver esto" ...

saludos... :P

pez dijo...

en que poca agua te ahogas, lexico, jaja

pablo dijo...

me gustó y divirtió mucho el texto.

N. dijo...

Pues qué le puedo decir, mi estimada defeña? Leyendo este post me acordé de una canción de los moldie peaches, una que dice algo así como "I don't see what anyone can see in anyone else... but you". Hay un montón de cosas en las que me siento totalmente outsider: no entiendo cómo es posible que la gente se enamore y desenamore con facilidad, no entiendo nada del placer por cocinar, no entiendo lo que el futbol genera. Y no es el desprecio cliché de los intelectuales, es nomás eso, un sentimiento de ajenidad y curiosidad terribles. No veo lo que ven los demás en el futbol, qué lamentable.
Pero luego viene el "... but you", no veo lo que ven, pero disfruto como pocas cosas las fotografías de los partidos, los videos de la gente en el zócalo aplaudiendo y abrazándose ante el gol, los análisis políticos que del tal deporte se hacen, mis compañeritos del salón reuniéndose a desayunar para ver el juego...
Algo raro tiene este deporte - pienso -, mientras en mi posición de eterna espectadora no me queda más que envidiar secretamente a quienes "viven la intensidad del futbol"

dèbora hadaza dijo...

estoy de acuerdo, también niego que me gusta el fucho, pero no es que me guste demasiado, sólo cuando juega la selección y cuando pumas esta en eliminatorias.

y si, me emociona hasta las lágrimas el himno nacional y cuando la selección le ganó a eu fui demasiado feliz, y esta vez contra los franchutes sonreí demasiado.

estoy de acuerdo que quejarse de la gente que disfruta del futbol es absurdo, intelectualoido y reteamargado.
saludos

Defeña Salerosa dijo...

Poeta sin inspiración: Muchas gracias. No creo serlo tanto, pero gracias.

Angela: ¡Qué gustazo vivir ese partido contigo!

Kyuuketsuki: Sí, caray. Ni cómo defenderlos. Las tranzas del futbol nacional son asquerosas, y a mí me enferma mucho que otros deportes sean tan ignorados por medios de comunicación (primero) y luego por el público.

Freud: ¡Gracias Doc!

Léxico: Me gustó mucho tu comentario. Yo practicaba de niña la gimnasia, también por ser individualista, además de que no me gusta sentir que afecto a otros con mis errores.

Chilangelina: Gracias. A mí me purga un poco que digan que sólo lo ven por los galanes pero a la vez se quejen de que un hombre vea volleybol de playa por admirar a las jugadoras. Es como si fueran incapaces de apreciar lo mero bueno... ¡Gracias again!

Sabandiux: Sí, fui incluso al ángel, jeje. Qué puedo decirte, es rebonito compartir los gritos, los nevios, la felicidad y también la tristeza. A ver cómo le v a la selección mañana contra Uruguay.

Pagbus: ¡Gracias1

Srita. Melancolía y Dèbora Hadaza: Te entiendo porque a muchos amigos les sucede lo mismo. Por ejemplo a Lilián (la isla a medio día), una vez el Rufián y yo estuvimos en su casa viendo la final donde ganó pumas y a ella no se le contagió más que una sutil emoción y eso ya estando en el ángel escuchando los Goyas.
No sé qué tenga que pasar o si nunca sucederá el cambio de perspectiva, pero hay casos de éxito como el de mi amiga "Bit" (Este no es el blog de N) que en este mundial le ha "agarrado la onda" al fucho y le gusta mucho.

Yo por ejemplo, soy muy fácil de atrapar en casi cualquier competencia deportiva. En las olimpiadas veía hasta el tiro con arco y le echaba porras a los mexicanos...

Cool Acid dijo...

Pues yo te puedo decir que a mi nunca me ha gustado el futbol. Nunca he llamado idiota o ignorante a aquel que es fan de el futbol.
Cuando juega México o algo así, y mis amigos se ponen a verlo, puedo estar ahí sin problemas. Incluso igual y me emocione un poco.
Cada quién. A mi la neta me da igual.
Soy un apático de lo peor.

kthxbye

Anónimo dijo...

Michel dice que la gente no cambia, solo su manera de beber. Asi que no podia permanecer oculta tal faceta. A mi solo me caen mal, cuando veo el partido con mujeres, aquellas que no gitan con fuerza y las que preguntan que esta pasando.

Anónimo dijo...

Y los que no ponen acentos en sus cometarios. WTF!, jaja.