viernes, 12 de octubre de 2007

¿Por qué una maraña de contradicciones?

Resulta que tenía yo como 13 años "aproximadamente" cuando mi maestra de Historia Mundial, segundo año de secundaria, nos dejó leer "El diario de Ana Frank", por aquello de que estábamos estudiando la Segunda Guerra Mundial. Recuerdo perfecto el día que lo compré (7/mayo/1995), cuanto me costó(80 pesos, bueno le costó a mi hermana mayor siendo más justa), en qué lugar (un puesto de libros de los muchos que hay afuera de la Biblioteca México, Metro Balderas) . Mi libro venía cubierto con celofán y la ilustración de la portada era la de una niña que, enterándome después, era totalmente distinta a Ana Frank, pues la del libro es pelirroja, de cabello largo; estaba sentada y se le mostraba como dormida en un cuarto muy sucio. Dicha ilustración parecía un óleo.

Si han leído el diario de Ana Frank, seguramente muchos no encuentren nada espectacular. Pero a mi me marcó de muchas formas...era la primera vez que sentía empatía total con la narración de un libro, y la primera vez que me veía a mi misma a través de uno.

Y hay un día en específico, que curiosamente es el último del diario, donde hace esta reflexión y en el que ella misma se describe como "una maraña de contradicciones":

Martes, 1 de agosto de 1944
Querida Kitty:

«Una maraña de contradicciones» es la última frase de mi última carta y la primera de ésta. «Una maraña de contradicciones», ¿serías capaz de explicarme lo que significa? ¿Qué significa contradicción? Como tantas otras palabras, tiene dos significados, contradicción por fuera y contradicción por dentro. Lo primero es sencillamente no conformarse con la opinión de los demás, pretender saber más que los demás, tener la última palabra, en fin, todas las cualidades desagradables por las que se me conoce, y lo segundo, que no es por lo que se me conoce, es mi propio secreto.

Ya te he contado alguna vez que mi alma está dividida en dos, como si dijéramos. En una de esas dos partes reside mi alegría extrovertida, mis bromas y risas, mi alegría de vivir y sobre todo el no tomarme las cosas a la tremenda. Eso también incluye el no ver nada malo en las coqueterías, en un beso, un abrazo, una broma indecente. Ese lado está generalmente al acecho y desplaza al otro, mucho más bonito, más puro y más profundo. ¿Verdad que nadie conoce el lado bonito de Ana, y que por eso a muchos no les caigo bien? Es cierto que soy un payaso divertido por una tarde, y luego durante un mes todos están de mí hasta las narices. En realidad soy lo mismo que una película de amor para los intelectuales: simplemente una distracción, una diversión por una vez, algo para olvidar rápidamente, algo que no está mal pero que menos aún está bien. Es muy desagradable para mí tener que contártelo, pero ¿por qué no habría de hacerlo, si sé que es la pura verdad? Mi lado más ligero y superficial siempre le ganará al más profundo, y por eso siempre vencerá. No te puedes hacer una idea de cuántas veces he intentado empujar a esta Ana, que sólo es la mitad de todo lo que lleva ese nombre, de golpearla, de esconderla, pero no lo logro y yo misma sé por qué no puede ser.

Tengo mucho miedo de que todos los que me conocen tal y como siempre soy, descubran que tengo otro lado, un lado mejor y más bonito. Tengo miedo de que se burlen de mí, de que me encuentren ridícula, sentimental, y de que no me tomen en serio. Estoy acostumbrada a que no me tomen en serio, pero sólo la Ana «ligera» está acostumbrada a ello y lo puede soportar, la Ana de mayor «peso» es demasiado débil. Cuando de verdad logro alguna vez con gran esfuerzo que suba a escena la auténtica Ana durante quince minutos, se encoge como una mimosa sensitiva en cuanto le toca decir algo, cediéndole la palabra a la primera Ana y desapareciendo antes de que me pueda dar cuenta.

Como ya te he dicho, siento las cosas de modo distinto a cuando las digo, y por eso tengo fama de correr detrás de los chicos, de coquetear, de ser una sabihonda y de leer novelitas de poca monta. La Ana alegre lo toma a risa, replica con insolencia, se encoge de hombros, hace como si no le importara, pero no es cierto: la reacción de la Ana callada es totalmente opuesta. Si soy sincera de verdad, te confieso que me afecta, y que hago un esfuerzo enorme para ser de otra manera, pero que una y otra vez sucumbo a ejércitos más fuertes.

Dentro de mí oigo un sollozo: «Ya ves lo que has conseguido: malas opiniones, caras burlonas y molestas, gente que te considera antipática, y todo ello sólo por no querer hacer caso de los buenos consejos de tu propio lado mejor.» ¡Ay, cómo me gustaría hacerle caso, pero no puedo! Cuando estoy callada y seria, todos piensan que es una nueva comedia, y entonces tengo que salir del paso con una broma, y para qué hablar de mi propia familia, que en seguida se piensa que estoy enferma, y me hacen tragar píldoras para el dolor de cabeza y calmantes, me palpan el cuello y la sien para ver si tengo fiebre, me preguntan si estoy estreñida y me critican cuando estoy de mal humor, y yo no lo aguanto; cuando se fijan tanto en mí, primero me pongo arisca, luego triste y al final termino volviendo mi corazón, con el lado malo hacia fuera y el bueno hacia dentro, buscando siempre la manera de ser como de verdad me gustaría ser y como podría ser... si no hubiera otra gente en este mundo.
Tu Ana M. Frank


Cuando volví a leer algo similar fue algunos años después, tenía diecisiete y fué "La insoportable levedad del ser". Pero otro día hablaré sobre esta magna obra literaria.

Me parece increíble que esta chica pudiera expresar de esa forma lo que décadas después haría un escritor (al que casi se le considera un filósofo) de una manera impecable, esa "dualidad", esa "contradicción"...ese "peso" y esa "ligereza"...

Sólo quería hacer una "breve" explicación acerca del nombre de este "blog". No hay un solo lugar, ni un solo acontecimiento, idea, sentimiento, ser humano, en el que no exista la contradicción.

Yo vivo con ella, al igual que lo hizo Ana, todos los días.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si, te entiendo perfecto igual q a Ana, es muy díficil mostrarse al mundo tal cual eres. Pero no pueden culparnos. Sí la gente en general, no fuera tan dura con las críticas y se dieran cuenta del daño q están causando al burlarse del “lado profundo“ (como lo define Ana), todos podríamos ir por él mundo sin ese caparazón (“el lado ligero“) q oprime y encierra al profundo. El q, cuando se arma de valor e intenta mostrarse, regresa más herido q la vez anterior. Una herida más grande y profunda q cada vez tarda más tiempo en sanar...
Lo bueno de esto, es q en la vida siempre hay más personas como Ana, igualmente, protejiendose con su ser Rudo. Y es grato topartelas en el camino. Una de las cosas q puedo agradecer, es haberme topado con mi propia Ana q entiende lo q paso por q lo mismo ella pasa (o al menos muy parecido, jajaja!!) Lo q debemos aprender ambas es, distinguir a quien vale la pena mostrarle esa Ana profunda.
Te quiero mucho amiga. Suerte en el aprendizaje!!!